
Previo al traslado, se reunieron en la Casa de los Derechos Humanos, ex centro de tortura que se ubica en Avenida Colón, todos quienes serían parte de este “viaje a la memoria”. En la oportunidad compartieron con relación a las expectativas de poder trasladarse a este lugar que les alejó de sus padres o abuelos.
De alguna manera, este encuentro les permitió anticiparse a las emociones y recuerdos que traería el poder estar en la Isla Dawson.
“Mi papá nunca nos contó mucho los detalles de lo que pasó cuando él estuvo preso. Tuvieron que pasar muchos años para que yo y mis hermanos pudiéramos empezar a reconstruir la historia. Yo creo que nos quería evitar más dolor”, dijo una de las asistentes.
El 7 de octubre, en un buque que la Armada de Chile se concretó el viaje.
“Estar en este lugar, para mí ha sido muy importante”, dijo Mónica Ojeda (hija de Eduardo Ojeda), pero no estoy triste, en realidad, más bien emocionada. Yo sé que mi papá en este lugar lo pasó mejor que en otros lugares, porque al lado de lo que vivieron en otros sitios de reclusión, no había comparación”.
“Es súper emocionante estar acá, porque uno siempre desde muy chica conoció la isla por los relatos y, finalmente, nosotros no sabíamos mucho tampoco, porque pensaba que tenía que respetar la privacidad de mi papá y yo creo que también por miedo a saber. Ahora que la conozco empiezo a entender ciertas situaciones que marcaron a mi familia y que se desencadenaron definitivamente acá. Porque al salir mi papá de prisión, fue relegado y mi familia se desintegró. Obviamente que todo esto cambió mi vida para siempre”.
Camila Mancilla (hija de José Mansilla) dijo que “poder estar en la Isla Dawson ha tenido una significado muy grande, tengo una emoción inmensa de estar pisando el suelo donde estuvo preso mi papá, es reconstruir parte de la historia personal y familiar, visualizar el lugar en el que tuvo la fortaleza para seguir adelante a pesar de todo el dolor físico y sicológico, y seguir hasta el día de hoy con las mismas banderas de lucha que lo trajeron a este sitio, con las convicciones intactas”.
Claudia Eterovic (hija de Dalivor Eterovic), manifestó que “estar en Dawson ha significado tener un contacto más real con un lugar que desde hace mucho tiempo forma parte de la historia de mi familia. Es un capítulo de la vida de mi padre que, sin duda, nos marcó como familia, por esos seis meses que estuvo preso en este lugar, por ser consecuente con sus ideas y con su pensamiento. Entonces este es un reencuentro, estar por primera vez en el escenario de esa historia que marcó a mi familia, y confirmar que tenemos que ir construyendo y ver cómo incorporo esta historia de manera “saludable” para que mis hijos reciban también esta herencia y así se siga transmitiendo en toda nuestra descendencia”.
Los ex prisioneros políticos de Dawson están “grandes”, algunos ya han muerto, sin embargo, los relatos de las hijas, en este caso, dan cuenta que las huellas marcadas en los corazones de cada una parecieran ser las mismas que han quedado por tantos años impregnadas en el suelo del lugar donde estuvieron construidas las barracas Alfa, Bravo, Charly y Remo en el campamento de Río Chico de Isla Dawson, donde hoy ya no existen, pero que como fantasmas surgen con la misma intensidad que marcaron las vidas de estas tres mujeres que quisieron abrir su corazón y compartir parte del significado de esta visita, que seguro ha sido un viaje a la memoria, para no olvidar.