
La versión oficial de la Casa Blanca es que no hay ganadores. “Nadie que haya sido enviado a Washington por el pueblo estadounidense puede decirse ganador si el pueblo ha pagado tal precio por lo ocurrido”, dijo el portavoz Jay Carney.
Ahora bien, pese a lo que dice Carney, después de una batalla política tan encarnizada que mantuvo al gobierno cerrado 16 días, en Washington parece haber cierto consenso en que hay perdedores y también, como no, ganadores: el que más, el presidente Obama.
El Presidente emerge de la crisis reforzado y considerado unánimemente como el principal ganador en términos políticos: No sólo cumplió su palabra de no negociar sino que consiguió que en todas las encuestas den como culpables de la crisis a los republicanos.
En esas mismas encuestas, los números de Obama han permanecido en general estables, sin embargo, parece obvio señalar que todo lo que sea pérdida de popularidad para la oposición es un avance para el presidente.
Además, la popularidad de su reforma sanitaria ha ido ganando puntos desde que problemas técnicos hubieran dificultado su puesta en marcha el pasado primero de octubre y llegaran a amenazar con convertirse en un dolor de cabeza para el Mandatario.