
La policía detuvo a unos 30 participantes durante las marchas, en las que se desplegaron 5.000 efectivos de la seguridad.
Los activistas defensores de los derechos humanos critican que la acción aumenta los problemas de racismo en el Estado pluriétnico de Rusia y advirtieron de una “caza de brujas” contra los trabajadores inmigrantes procedentes de países del centro de Asia y del Cáucaso. Hace tres semanas el asesinato de un joven ruso por un azerbaiyano desató fuertes disturbios xenófobos en Moscú.
Los manifestantes, muchos de los cuales llevaban la bandera negro-amarilla-blanca de los zares, exigieron a la cúpula política que de deje de “alimentar” el Norte del Cáucaso islámico.
Como suele ocurrir cada 4 de noviembre, los extremistas de derecha mostraron símbolos nazis y exigieron condiciones más duras para los inmigrantes.
El famoso opositor al Kremlin Alexei Navalny había llamado a participar en la marcha, pero él no participó. Los críticos acusan al líder de la oposición moscovita de apoyar exigencias populistas como la obligación de visado para los trabajadores de Asia central. “Las leyes permiten una marcha de este tipo, pero los motivos de las personas son tristes”, dijo la activista de derechos civiles Liudmila Alexejewa.
El Mandatario Putin realizó una ofrenda de flores con el patriarca ortodoxo ruso Kirill en la Plaza Roja de Moscú.