
Este país, con una población de apenas 322.000 habitantes, posee una de las tasas de criminalidad más bajas del mundo y sus agentes de policía utilizan sus armas de manera muy excepcional.
La víctima sería un desequilibrado de poco menos de sesenta años de edad, que por razones desconocidas, comenzó hacia las tres de la madrugada a disparar indiscriminadamente con un fusil de caza desde su departamento de la capital, donde vivía solo.
Tras evacuar el edificio, la policía intentó en vano establecer contacto con él, tras lo que lanzó granadas de gas a través las ventanas para tratar de reducirlo.
La institución abrió una investigación para determinar las razones que llevaron al individuo a disparar y para saber si estaba bajo los efectos del alcohol o de algún tipo de estupefaciente.