Tanto el padre de la víctima, René Bahamonde Mansilla, como la hermana, Katia Bahamonde Agüero, estuvieron sentados a escasos metros de los acusados, reflejando por momentos el sentimiento de angustia que los embarga y el luto que llevarán por siempre.
Atentos escuchaban Jonathan Ojeda Román, Víctor Llanquín Arteaga y Kevin Boitano Trujillo, para quienes el fiscal Oliver Rammsy solicita penas de 10 y 15 años de presidio.
El juicio podría concluir hoy, con la entrega del veredicto. Los abogados de los imputados defienden la tesis de que serían más los implicados en el hecho de sangre. Mientras que el querellante, Juan Arcos, va por la recalificación de los hechos: robo con homicidio, a diferencia de la fiscalía que acusó a uno de cometer un homicidio calificado y a los otros dos por homicidio simple.
El padre, René Bahamonde, habló frente a los jueces y tuvo la oportunidad de pedirles que hagan justicia, además de explicar cómo el crimen de su “regalón” le cambió la vida a él y su familia.
“Perder un hijo tan querido como él, porque era el regalón de todos, y de estas características, es tremendamente doloroso. Es un dolor muy grande que tendremos que llevar de por vida y es lamentable ver que haya gente que no trepide en el sacrificio humano”.
Hija
Katia Bahamonde, hermana de Max, también fue citada por el fiscal para que diera cuenta a los magistrados de cómo el asesinato de su hermano le cambió la vida. Comentó que sintió impotencia y rabia cuando buscó en Facebook a quienes aparecían vinculados a la muerte de su hermano, porque uno de ellos, Jonathan Ojeda, el principal inculpado, tenía como frase “trabajar para matar”.
Recordó que el día del crimen, su hermano salió rumbo a la fiesta “mechona” de la UMAG. Llevaba zapatillas Nike, un gorro que compró en Santiago a 30 mil pesos, un celular, un pendrive, audífonos y una gargantilla. Nada de eso recuperaron.
“Para todos nosotros esto fue horrible, jamás pensamos que uno de nuestros familiares terminaría así”.
Es más, el impacto de la muerte de su hermano regalón la sumió en una depresión tan severa que llegó a protagonizar un intento de suicidio. Tuvo que ser asistida por un sicólogo y siquiatra. “Toda la familia está mal y lo único que buscamos es justicia. Antes éramos felices y ahora estamos completamente devastados”, dijo Katia.
Incluso formaron la Agrupación Familiares de Víctimas de Delitos Violentos, de la cual es socia y participa en todas las actividades.
Max Bahamonde fue apuñalado en varias partes del cuerpo y golpeado brutalmente, después que los acusados le exigieran dinero y cigarrillos a la entrada de la fiesta.