Actualmente trabaja para la Wildlife Conservation Society, quienes administran el Parque Karukinka, en Tierra del Fuego. Daniela Alicia Slava Droguett Caro es una joven bióloga magallánica, quien a sus 31 años fue elegida recientemente “joven naturalista” y meses después, cuando aún disfrutaba su primera distinción, le avisaron que había sido elegida por la revista El Sábado de El Mercurio, como una de las “100 líderes 2013”.
Nacida en Puerto Natales, es hija de Daniel Droguett y Alicia Caro. Lamentablemente su padre no alcanzó a disfrutar de los importantes logros de su hija, porque falleció hace cuatro años (2009).
En la capital de Última Esperanza estudió la enseñanza básica en la Escuela Bernardo O´Higgins y la media en el Liceo Gabriela Mistral. Luego emigró a la Universidad de Magallanes, donde estudió licenciatura de ciencias biológicas.
Desde el 2008 es investigadora de la Wildlife Conservation Society (WCS). Antes ejerció como profesora del taller medio ambiente, en el Liceo Experimental UMAG y como profesora de química y biología del programa educacional “Caminos de la tarde”.
Feliz
Daniela agradece formar parte de las 100 líderes 2013 y recordó que “tres semanas antes me habían elegido como joven naturalista de Chile, en un reportaje del mismo diario El Mercurio”.
Con una sencillez reflejada en el tono de su voz, dijo que “son cosas que uno piensa que no van a suceder y suceden”. Hasta envió un correo para saber si era real el premio. “Estoy feliz, es un premio a muchos esfuerzos y bastante responsabilidad”.
Actualmente trabaja para la Wildlife Conservation Society, quienes administran el Parque Karukinka, en Tierra del Fuego, donde está a cargo del programa de educación, labor que le acomoda mucho porque ya en la universidad partió como monitora del Programa Explora Conicyt. “Ahí comencé haciendo charlas y trabajos de ciencia con niños y después la WCS me dio más espacios para seguir adelante con proyectos que tenía en mente”.
Dice ser una “magallánica de tomo y lomo”. Tal vez por eso no tiene en mente emigrar a otras zonas del país. “Mi idea es seguir acá, tengo mucho campo por levantar y descubrir. Me gustaría formar mucho más gente haciendo educación ambiental, y ojalá se instaurara en Chile como parte de la educación formal, porque hasta el momento es parte de la educación no formal. Ojalá algún día sea así. Por ahí va mi tema y por eso hago este tipo de educación, porque falta mayor conciencia ambiental”.
La profesional valora mucho poder trabajar con niños, “porque ellos son más receptivos y sensibles a cambiar ciertas actitudes, aunque también nos hemos encontrado con personas adultas, que si bien tienen algunas costumbres no son tan complejas de cambiar”.