
"La capital de la Patagonia no debe ser el último faro a punto de apagarse. Debe tener una real conectividad con el resto del país”. Hoy Punta Arenas está de fiesta. Son 165 años que se cumplen desde su establecimiento junto al Río del Carbón. Esta gran urbe, que por muchos ha sido denominada la Capital de la Patagonia, ya luce pantalones largos, que debe saber llevarlos. Por eso los próximos años están llenos de desafíos. Es una ciudad que debe superar a la brevedad temas tan complejos como el energético. Sus habitantes merecen respeto. No es posible que no se les considere al momento de tomar decisiones, como lo ocurrido en la crisis por el gas y para eso nuestras autoridades deben alzar la voz, independiente de colores políticos. Punta Arenas debe lograr una conectividad real con el resto de la Patagonia, no sólo de Chile. Decir Capital de la Patagonia abarca mucho, de allí que esta urbe no debe estar aislada. No debe ser el último faro a punto de apagarse. Nuestra ciudad requiere de autoridades competentes, que velen por el interés común y no de unos cuantos. Por ejemplo, no es sano tener problemas judiciales por errores en licitaciones que conllevan a redestinar recursos que pertenecen a todos quienes la habitamos. Los ulteriores desafíos tienen que comprometer a cada uno de nuestros vecinos.