En cinco años, la administración que preside el Mandatario ha expulsado a unos 400 mil indocumentados. Cuando Barack Obama hacía campaña a la presidencia de Estados Unidos en 2008 prometió una reforma migratoria. Hoy, a un lustro de distancia (cuatro años de su primer mandato y uno del actual), no hay tal legislación para legalizar a los migrantes que quieren vivir el sueño americano, por el contrario, la cacería de los “sin papeles” es cada vez más eficiente. Y los números no mienten.
La cantidad de deportados por Estados Unidos desde que Obama asumió el poder en 2009 se ubicó este año ligeramente por debajo de los dos millones, anunció la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés).
La cantidad sin precedentes de deportaciones ha generado que un creciente número de voces en la comunidad hispana expresen su frustración con protestas en el Congreso, la Casa Blanca y en centros de detención migratoria de todo el país.
El director interino del organismo, John Sandweg, dijo que las deportaciones practicadas durante el año fiscal 2013 (que abarca desde el 1 de octubre del 2012 al 30 de septiembre del 2013) fueron de 368 mil 644, la cantidad más baja desde 2009. Pero el monto total de las deportaciones practicadas entre 2009 y 2013 asciende a un millón 958 mil 095.
Entre 2008 y 2012 las deportaciones ascendieron hasta ubicarse por debajo de las 400 mil anuales, el doble de las 200 mil registradas en 2007, la cifra más alta durante los dos períodos del presidente George W. Bush.
Más de 500 organizaciones y 29 legisladores demócratas pidieron este mes a Obama que detenga las deportaciones de los inmigrantes que se beneficiarían del proyecto de ley migratoria aprobado en junio por el Senado. La mayoría republicana en la Cámara baja rechazó la legislación aprobada en junio por el Senado y anunció que elaborará, en cambio, varios proyectos de ley separados, lo que mantiene a la reforma migratoria en un limbo. La cámara de representantes culminó la semana pasada sus actividades de 2013 sin haber abordado dicha propuesta.
La Casa Blanca ha reiterado su negativa a ampliar un programa creado en junio del 2012 para suspender las deportaciones de algunos inmigrantes menores de 30 años que fueron traídos a Estados Unidos sin autorización durante su niñez, alegando que la única solución definitiva es una reforma legislativa.