
El literato peruano considera que el semanario británico “The Economist” ha hecho bien en declarar al país del año a la nación sudamericana, calificando de admirables las dos reformas liberales más radicales tomadas en 2013 por el Presidente José Mujica. “Es extraordinario que ambas medidas, inspiradas en la cultura de la libertad, hayan sido adoptadas por el Gobierno de un movimiento que en su origen no creía en la democracia sino en la revolución marxista leninista y el modelo cubano de autoritarismo vertical y de partido único”.
Agrega que desde que subió al poder, el Presidente José Mujica, que en su juventud fue guerrillero tupamaro, asaltó bancos y pasó muchos años en la cárcel, donde fue torturado durante la dictadura militar, ha respetado escrupulosamente las instituciones democráticas -la libertad de prensa, la independencia de poderes, la coexistencia de partidos políticos y las elecciones libres- así como la economía de mercado, la propiedad privada y alentado la inversión extranjera. Esta política del anciano y simpático estadista que habla con una sinceridad insólita en un gobernante, aunque ello le signifique meter la pata de cuando en cuando, vive muy modestamente en su pequeña chacra de las afueras de Montevideo y viaja siempre en segunda clase en sus viajes oficiales, ha dado a Uruguay una imagen de país estable, moderno, libre y seguro”.
En su análisis, Vargas Llosa recuerda la impresión que significó para él conocer Uruguay a mediados de los años ‘70. “No parecía uno de los nuestros ese país donde las diferencias económicas y sociales eran mucho menos descarnadas y extremas que en el resto de América Latina y en el que la calidad de la prensa escrita y radial, sus teatros, sus librerías, el alto nivel del debate político, su vida universitaria, sus artistas y escritores -sobre todo, el puñado de críticos y la influencia que ejercían en los gustos del gran público- y la irrestricta libertad que se respiraba por doquier lo acercaban mucho más a los más avanzados países europeos que a sus vecinos”.
Ese perfil democrático y liberal, agrega el escritor, explica la valentía con que el Gobierno del Presidente José Mujica ha autorizado el matrimonio entre parejas del mismo sexo y convirtiendo a Uruguay en el primer país del mundo en cambiar radicalmente su política frente al problema de la droga, crucial en todas partes, pero de una agudeza especial en América Latina.
Para Vargas Llosa el tema sexual es un “prejuicio estúpido” en varios países del mundo y la represión en cuanto a la droga no ha dado resultado.
“¿Será exitoso el audaz experimento uruguayo de legalizar la producción y el consumo de la marihuana? La libertad tiene sus riesgos y quienes creen en ella deben estar dispuestos a correrlos en todos los dominios, no sólo en el cultural, el religioso y el político. Así lo ha entendido el Gobierno uruguayo y hay que aplaudirlo por ello. Ojalá otros aprendan la lección y sigan su ejemplo”.