Ayer se cumplieron tres semanas desde que arrancó el colapso del sistema de provisión de electricidad en Argentina. La capital, Buenos Aires y su cono urbano se convirtieron en trincheras y en el pico del problema 800 mil personas se quedaron sin luz. Agobiados por las altas temperaturas, los afectados por los cortes salieron a las calles y protestaron, según informó Clarín. Hubo cacerolazos, piquetes, quema de neumáticos, bloqueos de calles, avenidas y autopistas. Con la falta del servicio, sobrevino la escasez de agua: sin electricidad las bombas no podían llevar agua a los tanques de los edificios. Pasaron 21 días y todavía hay 14 barrios con problemas en el suministro.
Ninguna de las empresas distribuidoras tenían cifras exactas de cantidad de vecinos a los que aún no se les reestableció el servicio. Tampoco tienen contabilizado cuánta gente comenzó con los trámites de reclamo por artefactos quemados durante la interrupción del suministro.
