
“El Mundial 2022 no se celebrará en junio o julio. Creo que se jugará en fechas entre el 15 de noviembre y el 15 de enero a más tardar. Son las fechas en las que el clima es más favorable. En esas fechas la temperatura en el país árabe ronda los 25 grados, nada que ver con los 50 que achicharran en verano cada rincón de Qatar”, afirmó Valcke ante “France Inter Radio”, publicó El Mundo.
Luego de sus dichos a la emisora, el número dos del organismo deportivo, nunca imaginó que sería la propia FIFA la encargada de desmentir sus dichos.
“Las fechas de Qatar 2022 no están definidas y siguen en proceso de consulta que incluye a todos los protagonistas y patrocinadores. Como el Mundial no se celebrará hasta dentro de ochos años, pasará el tiempo necesario para tomar una decisión. No se tomará una decisión antes del Mundial de Brasil”.
El vicepresidente de federación, Jim Boyce, manifestó estar en desacuerdo con el anuncio de Valcke.
En algún momento, el timonel de la FIFA, Joseph Blatter había sido categórico al negar la posibilidad de un posible cambio de fechas en los próximos mundiales. “El Mundial debe disputarse con 32 equipos y 64 partidos que se jugarán entre junio y julio. Estos datos nunca han sido cuestionados por los organizadores. El hecho de que hace calor en la zona en esos meses se ha sabido siempre”, expresó hace casi un año Blatter, consigna El País.
Hasta aquí, parece que las palabras del presidente de la FIFA eran contundentes y las últimas. Sin embargo, durante la jornada del miércoles, Sepp Blatter, reconoció por primera vez que no sería adecuado jugar el Mundial de Qatar 2022 en verano, abriéndose así a la posibilidad de un cambio en las fechas de los encuentros, lo que ha despertado una serie de reacciones a favor y en contra de la posible modificación de la cita futbolística más importante del mundo.
Las principales críticas a la iniciativa provienen de las grandes ligas de fútbol de Europa, quienes no estarían dispuestas a realizar cambios en sus respectivos torneos.
Ésta no es la primera polémica en la que se ve envuelta la FIFA en torno al Mundial de Fútbol de 2022. La primera fue la propia elección de ese país como anfitrión y organizador del campeonato.
Qatar se adjudicó la organización del torneo en 2010, imponiéndose a Japón, Estados Unidos, Australia y Corea del Sur, despertando una serie de “suspicacias”, la mayoría relacionadas con la posibilidad de que en la elección hubiera intereses económicos no muy transparentes.