Se cumplió un mes desde la última vez que a la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández, se le vio en un acto público. Fue en una actividad realizada el 19 de diciembre en la Casa Rosada, en ocasión del ascenso a teniente general del jefe del Ejército, César Milani. Su último discurso, en tanto, data del 10 de diciembre, día en que se conmemoraron los 30 años del regreso a la democracia. En todo este tiempo sólo se sabe de sus decisiones por sus ministros, quienes no dejan de reiterar que, pese al silencio, la Gobernante sigue al mando del buque. Este bajo perfil, que dista de la fuerte presencia mediática que tuvo la Presidenta en los meses y años anteriores, estaría dañando su imagen ante sus compatriotas.
De acuerdo con un sondeo de los consultores Federico González y Cecilia Valladares, el 42,7% de los argentinos evalúa de forma negativa el prolongado retiro público de Cristina K. En cuanto a las razones, el 48% opinó que es “porque le conviene no aparecer para preservar su imagen”. Esto, en el marco de los conflictos que hubo a finales de año (huelga policial por demandas laborales en diciembre, mes en que también hubo protestas sociales por los prolongados cortes de luz que hubo en algunas ciudades, en medio de una ola de calor. El 24,8% de los encuestados, a su vez, dijo que el silencio presidencial responde a que “se está reponiendo de sus problemas de salud” (en octubre pasado fue operada de un hematoma craneal); un 25,7%, en tanto, dijo que se debía a ambas razones.
En cuanto a la gestión de la Presidenta Fernández, el 66,5% de encuestados por Management & Fit la desaprueba, cifra mayor al 58,5% registrado en diciembre, según publicó el diario argentino Clarín.
Según Perfil, en el gobierno hay una preocupación creciente sobre los efectos que la ausencia de la presidenta genera en el liderazgo del kirchnerismo. Y motivos hay para preocuparse en un año que partió con la carrera abierta por su sucesión.