Cada año, alrededor de cinco mil personas caminan por el circuito Macizo Paine, mientras unas 40.000 transitan por la W. El superintendente menciona que otro inconveniente es que muchos visitantes “no ponderan adecuadamente las condiciones climáticas y tampoco traen equipo adecuado. Muchos hacen trekking por primera vez aquí, no saben a lo que vienen ni arman correctamente sus mochilas. Esto nos afecta en el manejo de basura, pues a los deshechos que algunos visitantes dejan tirados, se suman objetos que caen desde las mochilas y artículos que son abandonados porque solo aportan peso”.
Nuevas medidas
La emergencia provocada por la pérdida de Laureano Santos ha motivado diversas acciones al interior de Conaf, así como reuniones de trabajo con organismos técnicos, como Carabineros, que apoyó la operación a través del personal de las avanzadas temporales Torres del Paine y Dickson.
Hechenleitner plantea que “en los dos últimos años, nuestro foco ha estado puesto en evitar el fuego. No obstante, sabemos que cada tramo del circuito tiene sus énfasis especiales, y vamos a comenzar a trabajar en esa línea. Por ejemplo, el tramo Perros-Paso presenta escaso riesgo de incendios pero mayor peligro para la pérdida de personas, por lo que ahí daremos más importancia el control del paso de los visitantes”.
Agrega que los guardaparques son más estrictos hoy con los horarios de salida de cada campamento y se hace un mejor seguimiento de los caminantes. En este sentido, se evalúan diferentes iniciativas de control que se probarían durante la próxima temporada.
De acuerdo a cálculos de Conaf, por cada uno de los campamentos de montaña transita un centenar de personas diariamente. Desde que se abrió el circuito Macizo Paine, alrededor de 100 mil personas han cruzado el Paso John Gardner, de las cuales se han extraviado alrededor de cinco apareciendo en los dos días siguientes. Solo el caso de Laureano Santos permanece sin resolver.