
Esto no es nuevo. Gobiernos anteriores también buscaron cerrar sus mandatos destacando sus resultados. La administración de Piñera refleja en parte el enfoque que él quiso darle a su Gobierno, pero también la incapacidad para articular su gestión en torno a un relato o proyecto político que le diera un sello característico.
La Nueva Mayoría y el entorno de Michelle Bachelet salieron a desprestigiar esta artillería del oficialismo. Pero, las cifras utilizadas por el Gobierno están basadas en fuentes oficiales y metodologías conocidas. No debiera haber dudas de que el crecimiento anual promedio del período 2010-2013 fue de 5,4%.
Tampoco, de que se creó casi un millón de empleos. No obstante, es legítimo discutir hasta qué punto algunas de estas cifras son atribuibles a las acciones del actual Gobierno, o argumentar sobre la evolución del crecimiento. El oficialismo quiere instalar una plataforma de logros y la oposición -que el martes se transforma en oficialismo- tratará de hacer lo contrario.
Para el mandato de Bachelet será difícil, por ejemplo, replicar números similares de expansión económica o de evolución del empleo. No es raro, entonces, que se quiera atacar aquello. La misma Mandataria electa en los últimos días ha reconocido algunos logros, pero a la vez los ha criticado cuando, según ella, han sido utilizados políticamente.