
“Se trata de crear un enlace eficaz entre los jefes de policía y la Iglesia católica”, explicó la Santa Sede.
El Papa, hijo de inmigrantes italianos, es muy sensible al tema y en varias ocasiones ha condenado esa forma de “esclavitud moderna”, que afecta tanto a regiones pobres y subdesarrolladas como a los países ricos, donde traficantes reclutan para la explotación sexual a mujeres de la ex República Soviética, Asia y América Latina.
Además de los dirigentes de Interpol y de Europol, también participarán importantes personalidades de la Iglesia católica provenientes de los países más afectados por el fenómeno, como el cardenal africano John Onaiyekan, así como víctimas del tráfico de seres humanos.
Según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), este delito genera ganancias por 32.000 millones de dólares al año y afecta a un promedio anual de 2,4 millones de personas.