
Las presentaciones periódicas en el teatro Municipal de su primera época eran contratadas con anticipación. Así, las compañías de comedia o de ópera que desde Europa llegaban hasta Buenos Aires, y de allí hacia el Pacífico, eran comprometidas a permanecer un par de días en Punta Arenas, para ofrecer su función al habitante austral. Aquí se pudo apreciar algunos espectáculos antes que en Valparaíso, Santiago o Lima. De manera que al estreno del teatro con la ópera “Lucía de Lammermoor” aquel inicio de junio de 1899, le siguió a los pocos días la presentación de las óperas “Elixir de amor”, “Cavallería Rusticana”, de Mascagni, y “La Traviata”, de Verdi. La ópera de Mascagni era todo un suceso para la época, y fue presentada aquí, en Punta Arenas, apenas nueve años después de su estreno mundial en el teatro Costanzi de Roma. Eran otros tiempos. Aquellos de las zarzuelas, los cuadros dramáticos, los conciertos, las estudiantinas, los coros. En él se realizó el banquete para despedir a las delegaciones extranjeras arribadas para la inauguración del monumento a Hernando de Magallanes, en 1920. Allí cantó incluso Nicanor Molinare (el de “Mantelito blanco”). Después llegaron las películas y las series cinematográficas, y un sinfín de las más diversas presentaciones y estrenos. Algunos señeros e históricos. Cómo no recordar el de la obra teatral “Luka Milic, médico cirujano”, de Domingo Tessier, en octubre de 1975 (y cuya entrada a platea baja costaba ¡cinco pesos!), el del “Canto a Magallanes”, en noviembre de 1976 (ya a diez pesos la entrada), o el de nuestra propia obra “Una dama para Juan”, en 1979. Pero el escenario del Municipal debió soportar otras exhibiciones, algunas de muy dudosa calidad, como aquel “Super Festival de Cumbias del Show 007”, en el año 1967, o el concurso de hippies puntarenenses que un año después se le ocurrió organizar a una radioemisora local. Y para qué hablar de los mitines y las proclamaciones políticas, y las veladas estudiantiles, y las licenciaturas de fin de año. No, el futuro remodelado teatro Municipal José Bohr no debería prestarse para nada de eso. Cuando le devuelvan su señorío deberá cuidarse la calidad e importancia de lo que allí se presente. Una sociedad digna con una sala digna merece espectáculos de altura. Hay que nivelar hacia arriba. ¿No nos ufanamos de vivir en la capital de la Patagonia?. Entonces, a parecérsele.