La costanera puntarenense por Eugenio Mimica Barassi

General
29/05/2009 a las 08:28
“Para que sus habitantes saludaran al mar en vez de darle las espaldas, a lo que respondí que estaba en proyecto la construcción de una costanera. Se lo aseguré, aun cuando yo mismo dudaba de verla terminada algún día, pero tuve que decir algo”. La frase corresponde a uno de nuestros cuentos del libro “Enclave para Dislocados”, año 1995. Entonces, en verdad, la costanera puntarenense era un sueño. Década y media después la cosa ha cambiado. Pronto será el eje vial costero más extenso de la ciudad y el de más al sur del mundo. Un nuevo hito magallánico. Se han propuesto nombres. Nada mejor que el de Costanera del Estrecho de Magallanes. El concepto es mundial, y no hay otra ciudad a orilla directa de este “magnífico estrecho”, al decir de Pigafetta, el primer cronista austral de la historia. Cuando la vía paralela a este magnífico estrecho esté completamente lista, habrá que cuidarla entre todos. Mejorarla para que no se inunde en ciertos tramos, arborizarla, “enflorecerla”, embellecerla permanentemente. Y a no olvidar que hicimos la vista gorda, señores mandantes y mandatarios de la obra, o sea unidades proyectoras y ejecutoras. Bajo la enorme cinta de doble vía quedará sepultada una exquisita parte de nuestro patrimonio: las cenizas tras el incendio del histórico hotel “Kosmos”, o las empalizadas de madera como defensa del borde costero, por ejemplo. En lo intangible, el esfuerzo de antes, el sudor, sin cascos, ropa de trabajo, protección laboral ni maquinarias como hogaño. A pura pala, picota y ñeque. Así no más fue. En lo práctico, las ganas de que el muelle Loreto resurja en gloria, y el muelle verde de pasajeros también. Podrían albergar a paseantes bajo techo, y nuestra artesanía,  y nuestra gastronomía. En lo particular, la satisfacción de haber sido de los pocos que dieron en hacer público la llamada de atención, porque se estaba pasando a llevar la ley 17.288 de Monumentos Nacionales: “Quedan bajo la tuición del Estado los lugares, ruinas, construcciones u objetos de carácter histórico o artístico….”. Claro, los costos de la obra se hubiesen elevado a las nubes de haberse considerado un espacio museográfico con aquellas reliquias enterradas de nuestro patrimonio. Lo más fácil primero, lo que no enseñan las universidades ni las bases políticas: toneladas de cemento, y ya está. Alguna vez se cambiará tan retrógrado concepto, nada es eterno. En cuanto al relato aquel quedará como testimonio de que alguna vez, en el pasado, no tuvimos tan hermosa costanera. A ese tipo de creación no se la puede sepultar. Menos mal.

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