Tengo que contar mi encuentro con la Señora Juanita, justamente ella, la siempre mentada para los ejemplos, ella que iba del brazo de su marido Don José por un pasillo de supermercado y con quien me encuentro a boca de jarro. Ella, que con esa delicadeza característica de mujer dominada manda a Don José a hacer las compras porque quiere conversar conmigo.Me contó que vio las reuniones en la Cámara de Diputados y en el Senado por el tema del alza del gas, y que escuchó las declaraciones del intendente, del senador socialista y de la diputada, del gerente general de Enap, y quedó realmente conmovida con esos pobres santiaguinos que pagan tanto por el gas siendo que a nosotros casi nos lo regalan, y donde nos decían que no éramos eficientes con el uso de la energía. Y decidió ponerse a vivir como santiaguina, se tejió una mañanita, se compró chales y charlones, a don José le compró un abrigo, un gorro chilote, una bufanda y medias de guiñiporra. Y se puso a ahorrar gas.
En las mañanas, prendía un ratito su calentador y se quedaba en la cama con su mañanita; el calefont sólo para una ducha rápida. Cuando Don José llegaba de la pega le ponía sus guiñi, la bufanda, el gorro y su abrigo, dentro de la casa, igual que los santiaguinos; antes de acostarse le pasaba una plancha a las sabanas y ponía el guatero. Estaba segura que era “eficiente en el uso de la energía”, hasta que le llegó la cuenta del gas… Consumió menos que hace un año atrás y tuvo que pagar más.
Hasta aquí no mas llegó, me dijo, me importa un comino que el gas se esté terminando, ya no me sacrifico más, quiero tener mi casa bien calentita, que para eso hago patria en Magallanes, que para eso tengo gas acá en mi tierra, no más mañanitas, ni abrigos, ni guiñis dentro de la casa. Quiero ver a José en mangas de camisa, y que nos metamos en unas sábanas sequitas, que disfrutemos los años que nos quedan. Si lo que yo pueda ahorrar en gas lo van a consumir los del metanol. Si de todas maneras se va a terminar todo el gas, al menos que lo disfrutemos en vida con mi viejo. No siento ninguna culpa por el futuro, mis hijos y nietos tendrán que buscar otras energías, ellos comprenderán que los gobernantes de hoy han sido los únicos responsables, porque no supieron preveer lo que se veía venir. Por culpa de ellos se terminará el gas en mi tierra, y no porque yo lo use para vivir mejor.
