Tuvieron que pasar cinco años y dos finales perdidas ante los archirrivales para que Universidad de Chile pudiera volver a disfrutar del sabroso néctar que entrega un título.Anoche, en un estadio Santa Laura repleto, el frío del invierno capitalino fue superado por el calor de una final de campeonato emotiva, luchada, sufrida. Como ha sido la historia de la U durante este semestre, que comenzó con muchas dudas y que poco a poco se fue consolidando hasta levantar, en forma merecida, la copa.
Al frente estaba Unión Española, que había sido el mejor durante la fase regular, pero que con el correr de los playoffs fue pagando tributo a su escaso plantel y al desgaste de una gran campaña. Los universitarios, en tanto, tuvieron la mirada puesta en el torneo casero y en la arena internacional, donde fueron el mejor representante nacional en Copa Libertadores, alcanzando los octavos de final.
Tras la igualdad 1-1 en el partido de ida, jugado el sábado en el Estadio Nacional, todo parecía estar dado para que fueran los rojos los que dieran la vuelta en su cancha y ante su público.
Pero la U supo sacar esa estirpe que se agranda en los momentos difíciles, especialmente notoria este año bajo la conducción técnica del uruguayo Sergio Markarián, quien con su bagaje y sapiencia, supo sacar partido a un equipo que no contaba con figuras de renombre.
