
Ramírez comenzó a golpear los vidrios del recinto, injuriando e intimidando con su escandaloso actuar tanto a funcionarios como a las personas que se encontraban esperando ser atendidos en el recinto.
Los presentes trataron de dialogar con Ramírez para averiguar las razones de su molestia, sin embargo, el hombre continuó garabateando a quien se atravesara en su camino, elevando la tensión de la gente.
El sujeto fue detenido y durante el mediodía fue formalizado por el cargo de desórdenes públicos.
No obstante, Ramírez no admitió la imputación, por lo que se fijó audiencia para el juicio, arriesgando una pena de reclusión de 61 días.