
Pese a ello, el alcaide del penal, mayor Ricardo Quintana, afirma que este objetivo nunca se cumplirá si la sociedad no se compromete y juega un rol activo, como por ejemplo, comprando los productos que elaboran estas personas, que se les brinde una oportunidad laboral cuando cumplen con la condena o reciben algún beneficio, como la libertad condicional, que en estos momentos favorece a 20 reclusos.
En la actualidad, cumplen penas de cárcel 345 personas (11 mujeres y 334 hombres), muchos sentenciados a más 10 años de presidio, como ha sucedido últimamente con los fallos de los tribunales orales.
Más que internos de alta peligrosidad, Quintana asegura que en Punta Arenas hay personas de “alta conflictividad”. Todas ellas conviven en 16 módulos, además de la enfermería y la Unidad Psiquiátrica del penal.
La jornada diaria en la cárcel comienza a las 8.20 horas con la formación del personal, los oficiales dan lectura a la pauta de servicios, luego vienen las órdenes del día y recogen peticiones de reclamo del jefe de la guardia interna. Seguidamente, viene el “desencierro” de la población penal y la cuenta de ellos. Este proceso se realiza en dos tandas: de 8.30 a 12 horas y de 14 a 17 horas. Esta rutina se aplicó a partir del último motín, donde murió uno de los internos.