Cada día me convenzo más de que hay temas que deberían estar incluidos en el “Silabario” de los chilenos, que deberían aprenderse junto al luche, la payaya, el trompo, el volantín o el emboque, por su relevancia en la vida misma y por el desconocimiento que hacemos gala, lo que permite que “nos pasen por el aro” a las 12 del día. Uno de ellos es el concepto de la plusvalía, que como lo acuñara Carlos Marx, cualquier ignorante lo desecha por considerarlo un término comunista; pero: ¡alto allí!, con este término se designa a la parte de la fuerza de trabajo (no sólo del obrero, sino de cualquiera que realiza una actividad laboral) con la que se queda el que pone el capital para que la actividad se realice. Pero ¿quién decidió que ello deba funcionar así? Sólo la audacia voraz del capitalista. Pero estas tasas son susceptibles de ser medidas y la tasa de plusvalía es la expresión exacta del grado de explotación de la fuerza laboral del trabajador, por parte del capitalista.
Estas cifras tienen apellido en Chile, por ejemplo, la explotación en Chile aumentó de 102 a 160 % entre los años 2003 y 2006; este aumento de la explotación y de las ganancias de los empresarios llega a su cumbre en el período presidencial del “socialista”  Ricardo Lagos, dejando claro que el “chorreo” es un mito, el aumento de la tasa de ganancias va a la par con la tasa de explotación. Entonces vale la pena preguntarse: ¿qué nos dicen al respecto los actuales presidenciables, qué propuestas concretas tienen para invertir este proceso, es decir que baje el grado de explotación y disminuya la tasa de ganancias? Porqué las cifras que nos muestran las remuneraciones, bajaron respecto al total producido en el país (PIB); la mayor producción fue escamoteada por los empresarios. ¿Se dan cuenta ustedes el grado de miserabilidad (no sé si existe el término pero lo encuentro apropiado) de los integrantes del Congreso y autoridades de gobierno para fijar el monto del salario mínimo anual? NO TIENE NOMBRE. Mientras en 2003, el empresario o el capital invirtió 100 y ganó 68; en 2006 invirtió 100 y ganó 101, es decir duplicó la inversión. Hasta ahora no he escuchado a ningún economista o candidato referirse al tema.