
Desde que se iniciaron las clases en marzo, los estudiantes del primero básico “B” de la Escuela Bernardo O’Higgins vivieron situaciones que probablemente no olvidarán nunca.
Los derechos de los alumnos que existen en el aula fueron notoriamente vulnerados y atentados por la profesora jefe de aquel entonces. La docente Gloria Soto Mayorga no permitía que los niños, de no más de seis años, fueran al baño para realizar sus necesidades fisiológicas, provocando que éstos se orinaran y defecaran en múltiples ocasiones en su propia sala de clases. Hubo alumnos que llegaban a sus domicilios con ropas que no les pertenecían o bien, llegaban completamente orinados. Lo cual se mantuvo por casi dos meses.
No contenta con ello y,de acuerdo con los datos aportados en la denuncia recibida por Diario El Pingüino, Soto los habría, incluso, golpeado con libros, diciéndoles después que sólo se trataba de “un juego”. Una historia casi increíble de creer, sobre todo en pleno siglo XXI cuando tanto se ha hablado de los Derechos del Niño y, peor aún, cuando los docentes llegan a tener una mayor responsabilidad, pues poseen la calidad de garante de los menores que están confiados bajo su cuidado.
Además de las consecuencias físicas propias del hecho como los resecamientos de piel o irritaciones, el hecho originó que los menores se vieran afectados sicológicamente, lo que se reflejó en su desinterés por asistir al colegio y en un temor constante hacia la maestra.