Sin ética no hay democracia por Víctor Corcoba Herrero

General
15/09/2009 a las 08:25
Coincidiendo que se celebra por estas fechas el día internacional de la democracia (15 de septiembre) y el día internacional de la paz (21 de septiembre), considero que puede ser benéfico avivar algunas reflexiones alrededor de estas dos ideas substanciales, cohabitadas por algo más que una copulada conjunción: sin ética no hay democracia y sin justicia tampoco hay paz. Al igual que la arboleda para seguir creciendo precisa empaparse de soles y aguas puras, sostenerse en tierras fértiles y hallarse libre, también la democracia asciende hacia una paz estable en la medida que el ambiente respira alto y claro, hondo y poético. Esto se consigue instruyendo autenticidad, poniendo paños reconciliadores allá donde las heridas aún manen venganzas, alfabetizando libertades con abecedarios responsables. Si cuando dos se aman de corazón todo es poesía, qué bueno sería acrecentar el número de amantes en el mundo. Democracia y paz se conjugan hablándose, (el diálogo debe ser obligatorio),  como también se armonizan con el respeto al derecho ajeno. Es agotador e inútil el cuerpo a cuerpo sometiéndose a un divinizado poder, cuando el pueblo es el mundo entero y no mi fanática soledad y la de los míos. En cualquier caso, frecuentemente los acuerdos de paz se han plasmado en formas constitucionales. Al fin y al cabo, el constitucionalismo casi siempre es un buen propósito de enmienda frente al caos. La importancia de la democracia y los valores democráticos se destacaron por primera vez en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Mundialicemos, pues, la democracia. Cualquier día puede ser bueno para dar salud al pueblo, a todo el pueblo, tantas veces excluido por poderes  machistas o feministas de cheque, de ordeno y mando. De igual modo, que para decir te quiero, antes tenemos que querer para ser consecuentes; o cuando decimos te amo, mejor lo demostramos; también convendría ver si cuando digo: “soy demócrata”, vivo como tal, pienso tal, actúo como tal. El mundo está lleno de dictadores. Lo más terrible ya no son los que son, sino lo que se esconden bajo las siglas demócratas. Para que tengamos sociedades participativas e inclusivas se precisan políticas que incentiven las energías de todo ser humano, no las energías partidistas, sectarias, como viene sucediendo a lo largo y ancho de las maltrechas sábanas de la vida, con poderes corruptos hasta la médula. Los Estados de Derecho y los Derechos Humanos hay que pasarlos del papel a la vida, y hay que hacerlo con urgencia, antes de que nos sigamos acostumbrando a pagar la factura de los crímenes con otros crímenes.

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