
Los garabatos que estampan en los muros y fachadas de las casas van desde alusiones a clubes deportivos hasta simples firmas de quienes realizan estos molestos dibujos, que sólo contribuyen a afear la ciudad. “Yo ya me cansé de pintar una y otra vez la casa, imagine el gasto que realizo en pintura para que un par de ‘chiquillos’ sin razón vengan y vuelvan a pintar sus rayas, que a parte de feas, no dicen nada”, reclama Carmen Barría, vecina de calle Condell en el Barrio Prat.