
Ala sociedad se le pueden atribuir muchos avances y cambios de mentalidad en comparación a unas décadas atrás. Sin embargo, hay un área que a pesar de que ha mostrado ciertos avances, aún le queda una extensa cuenta pendiente.
Se trata de la inclusión de los discapacitados al sistema educativo tradicional, especialmente de los ciegos, quienes cuentan con un sinnúmero de facilidades tecnológicas que han hecho pasar a segundo plano su discapacidad.
Una de las situaciones en que queda de manifiesto la falta de integración a nivel nacional en este ámbito, es cuando se acerca el período en que deberían rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
Los diferentes actores involucrados en la educación no han considerado lo suficiente un sector de la población que existe y que merece vivir los mismos procesos que el resto, simplemente, porque es su derecho y porque son capaces de hacerlo.
En varias oportunidades se ha hablado de crear una evaluación en sistema braile, sin embargo, para Andrea Alvarado, no vidente y egresada de la carrera de Derecho, “existen muchas otras formas en que nos pueden incluir, por ejemplo con la lectura de las preguntas o con un computador a través de un software especial”, ejemplificó.
La seremi de Educación, Eleanor Montaña, explicó que “la PSU es un instrumento que el Consejo de Rectores estableció como método para seleccionar a los jóvenes que entran a la universidad, no es del ministerio de Educación”, clarificó.
De esta forma, no sería responsabilidad de esa entidad gubernamental tomar las medidas para que termine con la exclusión. No obstante, Alvarado es de la opinión de que “hace falta una discusión a nivel central. Es el ministerio es el encargado de promover la educación en todas las personas”. Añadió que “se ha descansado en permitir que las universidades decidan qué hacer en estos casos”.