Eugenio Becerra Villar recuperó la libertad no sin antes criticar la investigación fiscal y policial que lo mantuvo tanto tiempo privado de libertad.
La justicia encontró culpable a Lautaro Fuenzalida Pavez de ingresar a Punta Arenas, por un paso no habilitado, siete kilos de marihuana paraguaya prensada que compró en Argentina.
En abril de este año fue detenido por la Brigada Antinarcóticos de la PDI, cayendo también el amigo que lo fue a buscar a las cercanías de Monte Aymond, Eugenio Becerra, y el taxista contratado para este servicio, quien después recuperó la libertad porque los antecedentes confirmaban que no tenía ninguna vinculación con la droga ingresada, ratificado esto último por el mismo Becerra.
La policía los seguía, y en la madrugada del 7 de abril los detuvieron en calle Balmaceda cuando bajaban del taxi. Según las primeras indagaciones, traían un bolso cuya propiedad se la atribuyeron a Becerra y Fuenzalida, que contenía cuatro paquetes, tipo ladrillos, con casi siete kilos de marihuana.
Esto fue lo que en dos días de juicio el fiscal Oliver Rammsy trató de probar, subiendo a estrados a los policías que participaron en el operativo, más otras pruebas incorporadas. Sin embargo el experimentado abogado Guillermo Ibacache, defensor de Becerra, se anotó un triunfo judicial al imponer su teoría ante el trío de jueces, de que su cliente jamás supo que el “amigo” traía droga a Punta Arenas. “Efectivamente acá se cometió un delito de tráfico, pero Becerra no tiene ninguna responsabilidad y es al Ministerio Público a quien le corresponde demostrar lo contrario”, señaló en la clausura del juicio.
Recordó que el tráfico surgió a partir del dato que entregó una persona que luego se acogió al beneficio de la colaboración y que en un juicio abreviado fue condenado a 150 días. “Cuál fue la colaboración eficaz, involucrar a mi cliente, pero sin mayores antecedentes”, indicó Ibacache.