
Integrar las frutas y verduras en nuestra dieta diaria tiene una serie de beneficios para la salud. Una mayor ingesta de este tipo de alimentos trae como consecuencia la disminución del riesgo de desarrollo de muchas enfermedades, como el cáncer y otras patologías crónicas asociadas a la alimentación.
El clima magallánico sólo permite que un número limitado de frutas y verduras sea cultivado en la región, por lo que la demanda tiene que ser cubierta con productos que se traen de otras zonas de Chile o de países vecinos, con climas más templados. Debido a esto, los costos de estos alimentos sobrepasan el promedio nacional y una persona de la zona central se espantaría al ver, por ejemplo, cuanto sale un kilo de tomates.
Pero la situación ha ido cambiando durante los últimos años y en la actualidad los costos y la calidad son mucho mayores que los que se encontraban hace años. A esto ha ayudado la llegada de grandes cadenas de supermercados a la región, que han aumentado la competencia y la mayor variedad de frutas y verduras, a costos razonables. Aquí es donde entran en juego los cambios de hábitos de las personas, que muchas veces se han quedado con la idea que estos alimentos son caros y de poca calidad, cuando el escenario en ese aspecto ha cambiado mucho durante la última década.
La funcionaria de la seremi de Salud, Soledad González, indicó que la situación de las frutas y verduras “es mejor que la que teníamos hace 20 años, tanto en calidad como en cantidad y precio. El costo ya no es tan elevado como antaño y hemos mejorado el acceso. Ahora el problema radica que la mentalidad del magallánico aun está un poco condicionada con la historia, de que todavía son de altos costos. Además, no está dentro de nuestros hábitos alimentarios el consumo de fruta, ese es el problema”.
“La comunidad conoce y sabe perfectamente que el consumo de verduras y frutas es beneficioso para la salud, que puede prevenir la obesidad y con eso evitar enfermedades cardiovasculares y todas aquellas que se le relacionan, pero una cosa es saberlo y tener los conocimientos y otra cosa es cambiar los hábitos y ese es donde nosotros estamos apuntando, hacia lo que es la modificación del hábito, porque si eso no ocurre la alimentación no cambia”, indicó González.