
El mundo de los violentos, aquellos que todo lo confían a la fuerza, acrecientan sus simientes por el odio que injertan a diario en el manuscrito del tiempo. La escena de violencia permanente es una plaga que crece por todo el planeta. Hoy se asesina por nada: para robar cualquier objeto de poca monta, por encargo o por venganza, por pensar diferente y hasta por el divertimento de haberme mirado mal. Las armas de fuego circulan sin control alguno, con la altanería de la violenta libertad. Al final tenemos lo que hemos cultivado. Deberíamos poner límites. La exposición frecuente de los niños a intimidaciones en la calle, a fanatismos en los medios de comunicación, a brutalidades en los propios hogares, aviva comportamientos agresivos que son luego difíciles de cambiar. Jamás se puede justificar barbarie alguna en nombre de religión o cultura. Por ello, es importante reafirmar el camino del diálogo, del respeto a las diferencias, pues todo lo que se consigue con saña, solamente se puede mantener con ira. El buen juicio, el justo acercamiento, no necesita de la coacción, ni de una avalancha de pólvora.
El terror asuela al mundo. La educación está siendo también víctima de la violencia armada. Así lo refleja un estudio reciente de la UNESCO. Los ataques perpetrados por motivos políticos o ideológicos contra profesores, alumnos y centros docentes, prosigue el camino del ascenso. Educar para la paz molesta a los violentos. Esto de que la fuerza bruta prevalezca sobre el argumento intelectual hay que desterrarlo. Los derechos humanos y el derecho humanitario no deben conocer de lenguas ni religiones, y han de ser materia común en todos los planes educativos. Una humanidad que no se educa es una humanidad perdida, que consume rencor y busca sensaciones crueles. Nada le importa el ser humano, ni su dignidad, ni su vida, ni la libertad del ser humano. Por tanto, considero fundamental promover una escuela educativa que active las conciencias, e instruya a las personas en la responsabilidad. Para decir no a la violencia hay que decir si al compromiso que ello encierra.