
Los relatos, como en cada parte del país, son conmovedores y estremecedores. Los testimonios de los sobrevivientes hablan de “pesadilla”, “película de terror”, “infierno”, entre otros apelativos, que nos entregan una idea de los dantescos que fueron los cerca de dos minutos que duró el movimiento telúrico.
La alegría de los afortunados que pudieron abordar el primer vuelo de vuelta, y que por fin se encuentran en suelo regional, contrasta con el incalculable número de personas que aún se encuentran esperando ser trasladados a sus lugares de origen, y que aún no pueden ser atendidos, debido a las circunstancias que rodean la reapertura de los servicios aeronáuticos.
Es el caso, por ejemplo de Juan Villegas, quien junto a su pareja, Melisa Moya, se encuentran en Santiago, sin poder tomar alguna conexión que los traiga de vuelta a Magallanes. “Luego de haber pasado lo peor, ahora lo único que me interesa es cumplir con mis estudios y volver a abrazar a mi madre”, relató el aún confundido estudiante.