La discusión generada el viernes pasado entre los concejales de la comuna y el alcalde de Punta Arenas, Vladimiro Mimica Cárcamo, fue el desenlace de un tenso clima que se estaba volviendo común al interior del Palacio José Montes.
Las declaraciones y el ambiente que se vivía en las últimas sesiones del Concejo Municipal hacían prever que la bomba de tiempo en cualquier minuto iba a explotar. Sobre todo, porque se sabía que los epítetos en forma privada iban subiendo de tono.
Por eso, bastó que Mimica dijera en el encuentro de la semana pasada que él sí toma en serio el tema de la educación en la comuna, insinuando que el resto no lo hacía, para que la respuesta no se dejara esperar y así comenzara un cruce de descalificaciones inéditas entre las autoridades comunales. Los concejales que se vieron envueltos en el conflicto fueron José Aguilante, José Saldivia, Vicente Karelovic, Roberto Sahr, por una parte, Antonio Ríspoli y el propio edil, por otra.
Pero más allá de la disputa, la escena confirma que las relaciones punzantes de las sesiones han traspasado el trabajo y muchos se han tomado las críticas laborales como un tema personal.
“En los tiempos del ex alcalde Juan Morano le pedíamos información, alegábamos, fiscalizábamos pero terminaba la sesión y uno podía conversar de otros temas y en buenos términos. Ahora no ocurre eso”, afirmó el concejal Karelovic.
A su vez, Aguilante aseguró: “Creo que las agresiones verbales y altercados no contribuyen en absoluto a favorecer un clima de búsqueda de soluciones y de buena gestión en el municipio. Soy de las personas que siempre va a creer que la democracia se cimenta en el respeto a la diversidad y en la búsqueda de soluciones mediante el diálogo y acuerdos”.
Según fuentes cercanas al concejo, el quiebre se habría producido cuando Mimica comenzó a contratar gente conocida y del mismo círculo municipal, puesto que podía haber una segunda lectura respecto de la verdadera intención de tener a ciertas personas como “aliados”.
Por ejemplo, contrató a Domingo Rubilar, quien es pareja de la concejala Claudia Barrientos, para que fuese su asesor político. A su vez, realizó con ella una gira a Francia y a Portugal.
Casi paralelamente, Ríspolí  había efectuado duras críticas a la decisión del alcalde respecto de otorgarle a la empresa Servitrans Servicios y Comercio la licitación de retiro de la basura domiciliaria, puesto que no era la oferta más económica y se faltaba al objetivo de las licitaciones, que es optar por el proyecto más barato.
Hace poco más de una semana se hizo público que la Corporación Municipal le ofreció a Ríspoli un puesto en las escuelas de fútbol que organiza el organismo.
Mario Pascual se ha caracterizado por ser vehemente en sus críticas y fiscalizaciones. No obstante, habrá que ver su desempeño en los próximos concejos, si es que continúa con la misma fuerza, ya que desde el 11 de marzo es el nuevo sicólogo de un programa de educación en la entidad comunal.
Estos hechos serían el origen del ambiente tenso que se vive en cada sesión del concejo y que perdura un vez finalizado.
“Fui insistente fiscalizando a Morano, pero jamás recibí de él ni de los concejales un epíteto que demostrara un insulto personal. Nunca se vivió una situación como la del viernes. Incluso hemos recibido palabras soeces”, manifestó Sahr.
Algunos concejales afirman que Mimica siente las críticas como ataques personales y no ha sabido separar los temas laborales de los personales. Lo que hasta cierto punto ha influido en la creación de los dos bloques, los que están a favor de él: Claudia Barrientos, Emilio Boccazzi, Mario Pascual y Antonio Ríspoli y los que mantienen firme su crítica, José Saldivia, José Aguilante, Vicente Karelovic y Roberto Sahr.