Un experimentado piloto comentó hace poco: “La brecha generacional que existe en el motocross, se debe a que hubo un período de inactividad muy largo en la disciplina”. Por eso se le asigna la responsabilidad de ser los mejores a las mismas personas desde hace tanto tiempo.
Hace un año, en un programa de televisión, el eterno Pablo Paredes, explicaba que a su edad, él y otros que nombró, ya habían hecho lo que tenían que hacer y que se necesitaba un recambio.
Y ese recambio está en camino. Se pueden ver abriendo la jornada, cada vez que hay fecha en el Ricardo Navarro, con sus equipos en miniatura, alentados (algunas veces en exceso) por padres y familiares que son sus incondicionales hinchas. Algunos apenas se ven sobre sus máquinas y otros ya disputan los lugares a “muerte”, pero sólo mientras dura la carrera, después se sacan el casco y dicen “vamos a jugar”.
No hay diferencia de género en las categorías menores, los niños y niñas se miden de igual a igual, y para ellos no es tema tener que competir con el sexo opuesto, se respetan y quieren ganar sin hacer diferencia.
Los familiares casi forman parte del espectáculo, algunos corren a pie junto a su piloto, y lo alientan –a veces mas de la cuenta– para que avancen, o lo auxilian en caso de un problema en el barro. En algunos casos, ya proyectan la carrera deportiva de sus pupilos y realizan las inversiones en ese sentido.
Es el mundo de los cachorros de las motos, el esperado recambio generacional. Son los que tendrán la responsabilidad de ser los protagonistas de la competencia y los representantes de todos en los torneos fuera de Magallanes.
Todavía están chicos y hay que tener paciencia para esperarlos. La mayoría nació cuando la competencia no existía y tienen que hacer todo el proceso. El mismo experimentado piloto sostiene que lo importante a esa edad, no es que ganen, es que aprendan a correr bien.