
Los protagonistas del acontecimiento relataron a estudiantes de la carrera de Arquitectura de la Universidad de Magallanes, los pormenores de este evento que no estuvo exento de obstáculos, por todo lo que significa el concepto de preservación.
Aparentemente, una feroz tormenta le produjo un golpe en la quilla, terminando encallado en el lugar donde fue descubierto, en una antigua zona portuaria convertida en la década de 1990 en un lujoso barrio, donde actualmente se levanta un gigantesco complejo de edificios.
Los restos de la embarcación fueron llevados a una antigua barraca del barrio porteño de La Boca, donde volvió a ser enterrado para reproducir las condiciones en las que fue hallado inesperadamente, luego de permanecer durante más de 200 años bajo tierra.
En el barco habían cañones, monedas, cerámicas, vasijas, pipas, clavos, sogas, un espejo y llaves, que están en una etapa de acondicionamiento para su posterior estudio.
Javier Garcia Cano y Mónica Valentín, sostuvieron que el descubrimiento permite conocer el modo de vida en dicha época, cuando numerosas naves pasaban por la zona ribereña del Río de la Plata.