
El objetivo de la intervención era alentar a los participantes a realizar, por lo menos, 150 minutos (tres sesiones de 50 minutos) de actividad física de intensidad moderada a la semana; sobre todo se les recomendó caminar. La función cognitiva se evaluó teniendo en cuenta la Escala de Evaluación de la Enfermedad de Alzheimer (ADAS-Cog).
Los investigadores descubrieron que los participantes que realizaron ejercicios físicos tuvieron mejores resultados y tardaron menos en contestar la ADAS-Cog que el grupo de control. Además, mostraron tener menos demencia clínica que el grupo de atención habitual.
Los autores afirman que este estudio es el primero que demuestra que el ejercicio mejora la función cognitiva en adultos mayores con deterioro cognitivo leve, perdurando durante al menos un año después de interrumpir la actividad física.
Asimismo, y de acuerdo con los resultados, a diferencia de los medicamentos, la actividad física tiene además la ventaja de que su beneficio sobre la salud no se limita sólo a la función cognitiva.