Cita con las ballenas

General
27/05/2010 a las 16:00
Los gigantescos cetáceos ya están en las aguas del Golfo Nuevo. Consejos para el avistaje, y algunos secretos de la vida en el mar de una especie considerada como “monumento natural”.
Cuando se aproxima el invierno, las aguas del Golfo Nuevo reviven con la llegada de las ballenas, y Puerto Madryn se prepara para recibir a los visitantes que llegan atraídos por la presencia de los grandes cetáceos ya habituales junto a sus costas. La ciudad, que se asoma a un arco de hermosas playas –desde las céntricas, bien concurridas en verano, hasta las del Doradillo, algo más alejadas y famosas por los avistajes costeros- tiene todo lo necesario para atender la demanda turística, con servicios gastronómicos y hoteleros para todas las necesidades, gustos y bolsillos. Por eso se la considera como el mejor punto de partida para explorar la región de Península Valdés, a lo largo de todo el año: además, su Museo Oceanográfico y el Ecocentro ofrecen dos propuestas ideales para acercarse a la fauna marina con una mirada más científica.
Mientras tanto, las ballenas ya están asomando la cola entre las aguas azules del Golfo. “Un espectáculo”, lo definen por unanimidad los turistas, los residentes y los operadores que desde fines de mayo y hasta mediados de diciembre mantienen la atención sobre estos animales tan gigantescos como ágiles, curiosos mamíferos que también son el eje de numerosas investigaciones científicas.
Como todos los mamíferos, las ballenas respiran aire, dan a luz a sus crías vivas y las amamantan durante su infancia: al mismo tiempo son cetáceos, el primer grupo en adaptarse a la existencia marina, por lo que deben pasar todo su ciclo vital en el agua (a diferencia de los lobos marinos, que también habitan las costas de Puerto Madryn, pero que deben subir a la tierra firme para aparearse y dar a luz a sus crías).
La razón por la cual las ballenas se avistan en Puerto Madryn desde fines del otoño hasta fines de la primavera tiene que ver con sus costumbres migratorias: “Entre noviembre-diciembre, y mayo-junio, las ballenas permanecen en las zonas de alta productividad marina, el Atlántico sur y los mares circumpolares, alrededor de Antártida”, explica Pérez Martínez. Allí abundan el fito y zoo plancton, lo esencial de su alimento. Luego las ballenas francas emprenden sus migraciones anuales hacia la costa: “La Península Valdés –agrega el biólogo- es el sitio preferido para parir las crías, cuidarlas y realizar otro tipo de interacción social, como los sistemas de apareamiento”. Así, si a fines de mayo se ven todavía unos pocos ejemplares (en estos días hay diez ejemplares frente a la ciudad, y entre 100 y 150 en las aguas de la Península) poco a poco el número va en aumento, hasta alcanzar unos 1.100 animales en el momento culminante del año, entre septiembre y octubre. El fenómeno no deja de crecer, y los expertos señalan que el aumento de la presencia de ballenas aumenta alrededor de un siete por ciento anual desde los años 70.

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