Pausa laboral, considerando los acontecimientos que marcaron el inicio del 2010, permite no sólo descansar, sino reponer estados anímicos que se verán reflejados en mayor productividad en lo que resta del año.
Vacaciones que se vieron truncadas a causa del 27/F, descansos que fueron imposibles de tomar, y una pesada carga emocional y laboral que arrastra el terremoto en miles de personas, obligan a considerar una pausa en el trabajo. Reponer pilas y aliviar tensiones acumuladas permitirán comenzar con éxito la segunda mitad del año.
Por estos días, escolares y algunos universitarios, disfrutan de un merecido descanso en sus agendas. Pero ¿qué pasa con trabajadores? Terremoto, tsunami y las réplicas que aún sacuden al país han golpeado fuertemente el ánimo al interior de las empresas.
Francisco Diez Becker, director de Psicología de la Universidad Andrés Bello, comenta que un alto en la jornada laboral es muy necesario; sobre todo si ya se presentan síntomas de estrés por la conjunción del desgaste normal acumulado por el trabajo y los efectos en el ánimo producto del terremoto.
“Hace muchos años que las buenas empresas han entendido la correlación entre salud psíquica de sus trabajadores y el nivel de productividad, ya que muchos de los síntomas del estrés afectan directamente la capacidad cognitiva” Entre ellos,  problemas de concentración y atención, que afectan la toma de decisiones; problemas de control de la irritabilidad, que afectan el trabajo en equipo y la relación con los pares; problemas para conciliar o mantener el dormir, que afecta el rendimiento y reacción ante los imprevistos, entre otras.
Según el psicólogo, dar un tiempo para el descanso es una medida que, aplicada a tiempo, evita que toda la sintomatología descrita anteriormente desemboque en un cuadro grave, que requerirá atención especializada de psicoterapia y/o farmacotarepia, con todos los costos emocionales y económicos que ello implica.