
Esta incansable mujer, que en diciembre cumple 68 años, de los cuales 50 los ha vivido en Punta Arenas, se entrega completamente al trabajo con las personas que sufren el drama del alcoholismo. “Mi mamá era de acá y mi padre tenía sus hermanos en esta ciudad, y como en Santiago estábamos viviendo en condiciones muy precarias nos vinimos a Punta Arenas”, recuerda sobre su llegada a estas tierras australes, de las cuales no se fue nunca más. Aquí nacieron sus cuatro hijos. El mayor de 48 años, que vive en Santiago, y sus tres hijas que están a su lado. Y que, a propósito de la distinción, la homenajearon con una cena en casa, de la cual dijo estar muy agradecida, “porque fue una experiencia muy hermosa”.
El 21 de enero de 1982 rindió su examen de grado y recibió su título de enfermera. Partió con una suplencia en un laboratorio, tomando muestras, y posteriormente se integró a la Unidad de Atención de Personas con Problemas de Alcohol del hospital regional, labor que cumple con mucha abnegación, hasta hoy.
Siendo muy niña fue testigo de una imagen que la marcó por siempre y que la llevó a trabajar con este segmento de la población. “Recuerdo a un señor que necesitaba calmarse tomando agua ardiente en las mañanas. Temblaba completamente y mi padre decía: ‘Ese hombre está enfermo’”. Este es el primer registro que tiene asociado a la enfermedad derivada por el excesivo consumo de alcohol, en la década del 50.