Vivir de o para la política por Rodrigo Cárcamo Hun

General
27/07/2010 a las 16:24
En la visión ideal griega el ciudadano era el político. La ciudadanía implicaba indefectiblemente el ejercicio de la política en los asuntos de la polis. De ahí el legado de lo que primero se conoció como democracia directa y que luego terminó como democracia representativa. Desde ese ideal como actividad holística de la política se deriva a uno como ideal corrompido (Weber) moderno y occidental; en otras palabras, el político ya no es el ciudadano que por opción moral y virtuosa – por el sustento material que resulta en ocio - participa de los asuntos comunes, sino que ahora lo es el político profesional que vive “de” la política y, por lo tanto, receptor de un sueldo. Aunque para algunos hay que reconocer el mérito de vivir además, “para” la política, aunque sean los menos. Y por estar dedicado a esta actividad, ser él quien hace política y no nosotros mismos o los profesionales de otras áreas del saber. Hay que decir también que un profesional puede vivir “para” la política esporádicamente, entendida como servicio público, pero no “de” ésta, por motivos de tiempo, y necesidades económicas. Y en Chile nace una pregunta: ¿Y el individuo que profesionaliza de facto el hacer política y a la vez es profesional activo en un ámbito privado? Se viene a la mente, por mencionar un ejemplo, el subsecretario de Deportes, sus acciones del 25% en Blanco y Negro y su convicción de servicio público, por el cual dice se desprenderá de estos millones. Desde lo ya dicho, el señor Ruiz-Tagle tomó tal decisión por la presión mediocrática que significaba el conflicto de intereses, que no es gran descubrimiento, y por lo demás, muy alejado de la convicción pública que esgrimió entre lágrimas en la conferencia de prensa en el CAR. Es, sin duda, un aparecido que pretende vivir “para” la política y no “de” la política, pues no le hace demasiada falta. Y vivir “para”, desde su convicción de servicio público, aunque cualquiera vive por “vocación” cuando no se tambalea en la carencia. Y a diferencia de otros políticos (no politólogos) mezcla la consideración del enriquecimiento individual como hecho de corrupción con la del ingreso como profesión, convirtiendo la línea que separa lo malo del enriquecimiento y lo normal del ingreso en el mismo resultado de una medida negativa del vicio. Esto no es nada nuevo, pero puede servir para estimar que tras una situación subvalorada y circunstancial hay siempre un hilo que la une con la historia de las ideas que se viven, pero desconocen, y que puede opcionalmente evitar levemente en Chile, las erróneas consideraciones de siempre.

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