
Las personas que lo apoyan reconocen su tenacidad y valor para intentar superar las dificultades de la vida.
Hoy se cumplen las primeras 72 horas desde que Julio Burgos Peralta iniciara una huelga de hambre. Esta manifestación va en demanda de la entrega del dinero de la venta de su departamento de Archipiélago de Chiloé, el cual no ha recibido y espera poder utilizar para comprar una nueva vivienda.
El frío es inclemente y Burgos lo combate caminando en círculos, en la esquina de Croacia con Bories, esperando que la ministra de Vivienda y Urbanismo, Magdalena Matte, le entregue una respuesta a su demanda.
“De aquí no me muevo hasta que la ministra vea mi caso y me entreguen un documento que solucione mi problema con la firma de la autoridad. Yo pelearé hasta las últimas consecuencias y sacrificaré todo para conseguir mi objetivo. Estoy dispuesto a todo”, dice Burgos con tono desafiante.
El manifestante, más conocido como hombreprotesta por las múltiples manifestaciones que ha protagonizado en solitario, continúa caminando de lado a lado de la vereda, con una frazada sobre sus hombros. De su boca sale vapor tras cada palabra que pronuncia y tirita de frío.
“No me rendiré. Acá permaneceré contra viento y marea hasta que logre mi objetivo. Yo sólo pido lo que es justo, sólo quiero que se entregue el dinero para comprar mi casa”, dice estoicamente.
Sin embargo, el hombreprotesta no está solo. Ayer en la tarde un grupo de apoderados de Caminos de Libertad, encabezados por la presidenta de la entidad, Marisol Calo, llegó hasta la esquina para solidarizar con Burgos.
“Venimos a solidarizar con Julio (Burgos), porque él pasó un proceso largo con su hija. Admiramos su valentía y tenacidad por luchar y alcanzar soluciones a sus demandas”, declaró Calo.
El hombreprotesta se emocionó casi hasta las lágrimas al escuchar las palabras de la presidenta. “Doy gracias a todas las personas que me apoyan en esta causa. Quiero agradecer también a Carabineros, que se han portado bien, ya que patrullan durante la noche y me protegen, a los vecinos del Edificio Don Bosco y la sandwicheras de la esquina, que me han tendido una mano solidaria y desinteresada”, dice emocionado.