
“Es mucha mala suerte”, relata frustrada la locataria. Agregó que compra todos los huevos que utiliza en la producción de sus alimentos, a proveedores establecidos y debidamente normados, y que a su vez, cumple con las cadenas de frío y la higiene exigida, pero que a pesar de esto “hay algo que está saliendo mal”.
“Yo no sé cuales son las exigencias que tienen los vendedores de huevos en el comercio”, argumentó, con el objeto de recalcar lo fortuito que es encontrarse con ejemplares contaminados con salmonella, incluso después de haber sido sometidos a exámenes –al azar y aleatorios- especiales para determinar su salubridad.
Sánchez expuso que por estos días se encuentra trabajando sin el cuestionado producto en su producción diaria, por el riesgo que esto que implica. No obstante, alega no haber recibido -formalmente- ninguna declaración por parte de las autoridades de Salud regionales. “Yo me enteré por la prensa de toda esta situación”, finalizó.