Esta región no sólo se diferencia categóricamente del resto del país en lo geográfico, geopolítico, económico, histórico, sino también en lo académico secundario y universitario, a considerar, desde lo negativo y no a partir de lo, posiblemente positivo, como lo puede ser en los primeros aspectos. Y si ello se enmarca en el posmodernismo y globalización, la valoración y práctica del inglés brilla por su ausencia. Sin considerar los establecimientos de enseñanza media particular que han asimilado eficiente y naturalmente a su estructura la enseñanza de este idioma, como el Colegio Británico, existen como contraparte aquellos que no han sabido valorar, potenciar y aplicar metodologías integrales en este sentido. A la vez, también, están los que progresivamente han aumentado su nivel como el Liceo San José en su tiempo y el Colegio Miguel de Cervantes, por mencionar sólo algunos. Aunque mucho tiene que ver también la cultura individual como las proyecciones académicas y profesionales de los involucrados. Así, esta deficiencia se extrapola al ámbito universitario regional, específicamente en el área de las carreras humanistas de la principal universidad “estatal” de la región, en donde la enseñanza o reforzamiento de este idioma es mediocre y meramente protocolar; mediocre no en base a la calidad de los profesores sino al interés y asimilación de la relevancia futura por parte del alumnado. Basta preguntar las intenciones de perfeccionamiento de algunos. Protocolar, pues la existencia de las pocas asignaturas pertinentes existen de manera superficial (excepto la instancia de American Corner) y para brindar el espejismo de una cercana visión integral y formadora de profesionales decentes. No así en otras universidades en donde ya la lectura de textos en inglés en los niveles de pre-grado se hace necesario y obligatorio. Aun más se perpetúa este a destiempo al relegar la responsabilidad de la iniciativa individual -que no es tal- y universitaria a instituciones que brindan cursos en la ciudad; opciones, por lo demás, ideales y necesarias pero monetariamente lejanas para algunas posibilidades. Y desagradable es la sorpresa y el futuro cuando al pretender asumir el desafío de un postgrado en alguna universidad -para el que lo estime conveniente- con estándares reales de calidad como la PUC se exige en ciertas áreas de las Ciencias Sociales un nivel ALTE 2 o ALTE 3 de ingles instrumental intermedio o intermedio avanzado respectivamente, aunque en instancias prácticas de lectura de papers y no en requisitos formales de postulación. Después de todo el tiempo y la necesidad exigida amortiguan casi todo.
Para los que tengan en sus planes académicos seguir este camino teniendo una base nula, básica o intermedia todo es remediable si existe voluntad. Para el que no tiene esta última, el todo a medias también se ha vuelto aceptable en este país hace tiempo.