
En este último procedimiento estaban implicadas tres funcionarias de la tienda, informó el subcomisario Genaro Román. Conforme al análisis de las imágenes de seguridad la policía pudo establecer que las tres funcionarias (una cajera, acomodadora de ropa y una promotora externa), en concomitancia con una pareja (padre e hija), procedían a elegir diferentes prendas de vestir las cuales llevaban a una de las cajas que era atendida por la detenida, procediendo la otra empleada a sacar los “pin” de seguridad de las prendas y la promotora guardaba las cosas en una bolsa. Luego simulaban la venta en la caja, la que no era registrada por los sistemas ni rebajada del stock, efectuando luego una venta real por cinco mil pesos, para tener una boleta con la cual salir del local.
El padre y su hija, al salir de la tienda, no pudieron acreditar la cancelación de las especies que portaban, por lo cual fueron detenidos. El oficial policial dijo que “es materia de investigación la reiteración de este modus operandis por parte de las funcionarias de la tienda, en operaciones anteriores”. Román dijo que es importante considerar que “a mayor población mayor es la cantidad de delitos que se cometen”. Sostuvo que semanalmente participan en, a los menos, cuatro procedimientos relacionados con “mecheros”, como se les conoce en la jerga policial a quienes hurtan especies de los locales comerciales.
Además, la percepción de que los hurtos presentan un aumento está dado porque las empresas denuncian cada vez que son víctimas. Antes muchas veces dejaban pasar los robos de chocolates, botellas de licor o prendas de vestir. Ahora todo se denuncia, incluso es más, el Lider tiene por política querellarse contra todas las personas que son detenidas sustrayendo especies del mega supermercado.
Respecto de los hurtos, una de las últimas estadísticas que entregó la fiscalía regional, en septiembre del año pasado, confirman que esta tendencia comenzó a consolidarse negativamente a partir del cuarto trimestre de 2007, con 376 casos denunciados, cifra que se elevó preocupantemente a 649 el primer semestre del año pasado.
Trató de sacar mercadería
En el marco de estos delitos, el juez Andrés Provoste Valenzuela encontró culpable y condenó ayer a Marco Álvarez Fica a cumplir una pena de 61 días de presidio, y pagar una multa de dos UTM ($74.462), como autor de un delito de hurto perpetrado el 29 de mayo pasado en el Lider, pena que podrá cumplir con el beneficio de la reclusión nocturna.
Ese día, aproximadamente a las 19.40 horas, Álvarez fue al Líder donde llenó un carro con bebidas y bajo éstas ocultó una serie de especies como caramelos, barras de chocolates, jugos, arrollado, queso, chorizo, costillar de cerdo, jamón, salame, desodorante ambiental, entre otros, pasando las cajas registradoras sin cancelar el valor, especies que totalizaban $60.656.
El abogado defensor Ramón Bórquez solicitó la absolución de su cliente, pero no lo consiguió, argumentando que no sustrajo ni intentó sustraer especies de propiedad del supermercado, ya que el día de los hechos andaba de compras con su jefe, Rubén Sánchez Gómez, adquiriendo una serie de mercaderías para su trabajo y consumo personal, las que serían canceladas con factura y boleta, respectivamente, situación que atribuyó a una mera confusión.
El magistrado no compartió la excusa del acusado, consistente en no haberse percatado de que gran parte de la mercadería contenida en el carro no estaba cancelada. Esto no le parece razonable, “pues las máximas de la experiencia enseñan que la generalidad de las personas que acuden a un supermercado, aún cuando lo hagan en condición de meros acompañantes de quien compra, no se desentienden del proceso de cobro, sino por el contrario, prestan la mayor atención en ese instante, sea para evitar que en la operación de digitación de precios se cometan errores, o para impedir que las especies que se compran se pierdan en el proceso de empaque, o para advertir que no se entreguen por confusión a otra persona”.
Además, observa el juez, “el número especies no canceladas no fue menor, como podría suceder en un escenario de eventual confusión, sino por el contrario ascendió a 26 objetos de diversas formas y tamaños, cuyo valor aproximado llegaba, además, a los $60.000, circunstancia que el tribunal estima no puede pasar inadvertida o desatendida y cuya inobservancia resulta prácticamente imposible. Por último, no debe perderse de vista que dicha mercadería se encontraba oculta al fondo del carro, bajo múltiples envases de bebida que impedían distinguirla, lo que demuestra una clara intención de disimular su existencia y en definitiva de presentarla a cobro, para proceder derechamente a su apropiación”.