
El accidente ocurrió pasada las 20 horas, cuando la víctima, el ex funcionario municipal, Ramón Homero Alvarado Morales, habría cruzado sorpresivamente en calle Ramón Carnicer a la altura de José Victorino Lastarria, justo en los momentos que por la primera de las arterias circulaba, de playa a cerro, el colectivo de la Línea 220, conducido por Ramón Ojeda Mansilla.
El peatón se golpeó la cabeza en el parabrisas y cayó violentamente al suelo, un par de metros más adelante. El propio conductor le prestó una primera ayuda y de inmediato solicitó una ambulancia al SAMU. Los funcionarios lo trasladaron al servicio de Urgencia del hospital regional, recinto al que ingresó en grave estado, debido a las lesiones que le produjo el fuerte impacto. Inicialmente se le diagnosticó una fractura de brazo y piernas, además de un traumatismo encéfalo craneano.
La condición de esta persona era crítica y por lo mismo ayer dejó de existir, pese a los esfuerzos del equipo médico que lo atendió en el centro asistencial Doctor Lautaro Navarro.
El accidente fue comunicado al fiscal de turno, quien en primera instancia dispuso la libertad del conductor y la posterior concurrencia al sitio del atropello de la SIAT de Carabineros.
Ramón Ojeda deberá concurrir en fecha próxima a la fiscalía para luego ser formalizado, eventualmente, por un cuasidelito de homicidio.
“En manos de la justicia”
Ayer, alrededor de las 17 horas, la familia del infortunado ciudadano cumplió la misión de retirar los restos desde el Servicio Médico Legal, los que fueron llevados a la parroquia Santo Cura de Ars, en calle Francisco Antonio Pinto Nº 0344, donde están siendo velados.
Las hermanas de la víctima fatal, Maribel y Ruth Alvarado Morales, no guardan rencor al colectivero. Al contrario, le agradecieron la preocupación mostrada en todo momento, incluidas las llamadas telefónicas.
“El sábado salió (Raúl Alvarado) y nosotros suponemos que iba de vuelta a casa cuando lo atropellaron. De esto nos enteramos solamente al momento de avisarnos”, dijo Maribel, quien recordó con cariño a su hermano.
La víctima fatal era viudo y deja cuatro hijos, de 18, 19, 29 y 31 años de edad, todos hombres.
Como familia van a quedar a la espera de que la fiscalía investigue y de lo que resuelva la justicia. “Aunque hay que ser honrado, porque mi hermano andaba mareado y por eso es que vamos a dejar todo en manos de la justicia. Y si el hombre (el colectivero) tuvo algo de culpa quedará solamente en su conciencia”, señaló Ruth Alvarado, quien reconoce la preocupación que tuvo la esposa del chofer de consultar por el estado de salud de la víctima, personal y telefónicamente.
“No guardamos rencor ni podemos juzgar porque somos personas cristianas y, además, porque desconocemos lo que sucedió realmente. Solamente Dios y el chofer saben lo que pasó esa noche”, señaló la familia.