Osvaldo Ojeda Garay, uno de los emblemáticos periodistas gráficos de Magallanes, dejó de existir ayer, a la edad de 70 años, en la ciudad argentina de Río Gallegos, localidad a la que había viajado a visitar a su padre.
En los últimos años “misterio”, como lo conocían todos en el medio periodístico y laboral, debió lidiar con un cáncer a los huesos que lo mantuvo muchas veces internado y bajo estrictos controles médicos.
Ojeda nació en Puerto Natales, el 27 de septiembre de 1939. En medios de comunicación trabajó en El Magallanes, La Prensa Austral y posteriormente en TVN.  Por razones políticas en 1983 se autoexilió en Río Gallegos, retornando a Punta Arenas en 1990.
Ese año comenzó a trabajar como fotógrafo oficial del Gobierno Regional, bajo las administraciones de Roque Tomás Scarpa, Ricardo Salles, Nelda Panicucci, Raúl Hein y Jaime Jelincic.
Era miembro del Colegio de Periodistas.
Le sobreviven su padre Héctor Osvaldo Ojeda Ojeda, de 98 años (residente en Río Gallegos); su esposa Herminia Pérez Bustamante, sus hijos Herminia, Lautaro y Luis.  Además de siete nietos y cuatro bisnietos.

Lo recuerdan
La amistad del periodista José Calisto Gómez con Osvaldo Ojeda se remonta al año 1966, cuando ambos trabajaron en El Magallanes. Años después, en 1975, volvieron a reencontrarse laboralmente en Televisión Nacional. “El fue uno de los que me recibió y me enseñó, porque yo venía de radio y diario y de televisión sabía muy poco”.
“Lo recuerdo como un gran profesional, pero más que eso como una persona muy generosa con sus conocimientos y experiencias”.
Recuerda que fue el reportero gráfico Santiago Aguilar quien lo apodó como “misterio”, porque siempre andaba con actitudes y reacciones misteriosas. Por ejemplo, caminaba para un lado y sorpresivamente miraba para el techo y se devolvía, y al final nunca se sabía lo que iba a hacer. Esta forma de actuar era siempre para Aguilar un misterio y por ello lo bautizó así.
Y como tiene un hijo que le siguió los pasos en la fotografía, Luis Ojeda, que actualmente trabaja en la intendencia, los colegas lo apodaron como “suspenso”, para no confundirlo con su padre.