
El Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) en la Región de Magallanes realizó el viernes una maratónica jornada para elegir a la representante de la zona más austral de Chile para la nómina de las 200 mujeres del Bicentenario. La elección recayó en la figura de Cristina Calderón, última descendiente pura de la etnia yagán, siendo además la única integrante de esta cultura que mantiene su lengua originaria y que alcanzó a vivir de cerca las costumbres de este pueblo.
Ella y su fallecida hermana Úrsula quedaron huérfanas de niñas y su educación fue asumida por una yagana cercana a su clan. Cristina es madre de siete hijos y reside hace más de 20 años en la austral Villa Ukika, ubicada en la Isla Navarino, a dos kilómetros de Puerto Williams.
Es conocida por la comunidad como “La abuela Cristina”, una gran narradora de cuentos e historias vinculadas con las memorias familiares. Tanto ella como su fallecida hermana han sido fuente de inspiración para destacados estudiosos e investigadores, que se han acercado a su Villa Ukika en busca del conocimiento de este milenario pueblo.
Durante el 2009 fue condecorada por el Consejo de la Cultura y las Artes como Patrimonio Vivo de la Humanidad.
El objetivo de esta distinción es poner en valor en la comunidad nacional la riqueza y diversidad, visibilizando y resaltando públicamente a personas y comunidades locales específicas, portadoras relevantes de aquellas manifestaciones no tangibles de nuestro patrimonio cultural, así como fomentar las acciones de rescate y preservación de expresiones en riesgo de desaparecer. Hasta el año 2008 la legislación del Consejo de Monumentos sólo distinguía el patrimonio material, como los edificios, las colecciones de libros y las obras de arte.
Cristina Calderón es parte de los cazadores marítimos más australes del mundo, quienes habitaron por más de 6.000 años la región comprendida entre la costa sur de la Isla Grande de Tierra del Fuego y el archipiélago Cabo de Hornos. Indígenas canoeros o nómades marinos, se llamaron a sí mismos yámanas, palabra que significa “ser humano”. Se caracterizaron por sobrevivir en uno de los climas más inhóspitos del mundo, dedicándose especialmente a la caza de nutrias y lobos marinos. Se les consideraba hábiles pescadores y buceadores, y diestros con el arpón. De hecho, a pesar del extremo frío de las aguas del estrecho, las mujeres yaganas se zambullían desnudas para obtener moluscos. Además, se les reconoce como tejedores de fibras vegetales, con las que confeccionaban collares y cestas.
“La abuela Cristina” a sus 82 años trabaja en cestería con juncos que ella misma recolecta, por lo que ha logrado mantener esta milenaria tradición no sólo dentro de su familia, sino que también en la comuna de Cabo de Hornos. Además, ha traspasado parte de sus conocimientos a sus hijos, de hecho su hija Lidia González trabaja como monitora en el Jardín Étnico, de Villa Ukika enseñándoles a hablar en lengua yagán a los niños para que conserven sus tradiciones.