Andaba buscando, entre tanto casete, la producción que hace algunos años editó en Punta Arenas el humorista Miguel Ángel “Centella”, una modesta producción de carátula de un solo color (verde), de muy limitado tiraje y con cerca de una hora de chistes.
No pude dejar de emocionarme, de sentir orgullo como magallánico luego del exitoso paso del amigo Alvarado por la Quinta Vergara, la noche del lunes. Es que a “Centella”, como a tantos otros artistas locales, lo conozco desde hace años, incluso de antes de mis más de dos décadas que llevo en el oficio periodístico.
Salvo por el paso de los años, que poco se notan en el cómico, “Centella” no ha cambiado ni un ápice de aquel joven que veía al humor como una buena forma de reírse de la vida, de matar la noche y compartir con tantos amigos de la bohemia. “¡Salazar, te busca Centella!” era el aviso que todas las semanas recibía detrás de mi escritorio. Es que el entonces joven humorista llegaba para pedir que le publicaran su actuación en determinado local, evento o festival. Ya sea de manera verbal o con un papelito en la mano, “Centellé” tímidamente agradecía, mientras compartía una sonrisa con quien lo saludaba.
Más tarde, gracias a él pude conocer a Felipe Camiroaga (gran profesional y mejor persona), quien le abriría las puertas del programa “Motín a Bordo” de TVN. De ahí que “Centella” se encomendara a él para su paso por la Quinta Vergara.
El retorno
Luego de esta primera incursión en televisión, Miguel Ángel pudo quedarse en Santiago, pero al igual que otros talentos magallánicos, el arraigo, el cariño por su tierra, motivaron su regreso. Actuaciones en diversos escenarios locales y presentaciones en Argentina le siguieron a esta experiencia. Sin embargo, bastó su primer paso para el Festival Folklórico en la Patagonia, para que el romance entre artista, evento y público se volviera eterno, al punto que se acuñaron frases como de “que sin Centella no hay festival” o que “la parrilla de artistas siempre parte con Centella”.
Hasta ese momento, el humorista era parte exclusiva de nuestro patrimonio, el “gordito simpático” que nos hacía reír de buena gana, el artista local que pudo tocar el éxito más allá de nuestras fronteras y que no fue, el que quedó a medio camino.
Sin embargo, “Centella” tuvo la oportunidad de llevar su humor al Festival de Cosquín, lo que significaría una nueva dosis de motivación y un punto de partida para una carrera que pronto lo llevaría nuevamente a la televisión nacional y a los escenarios del norte del país.
Historia conocida
El resto, es historia conocida, éxito tras éxito, a costa de rutinas que parecen añorar desde el clima hasta la gente de Magallanes, con muchos cuentitos que conocemos desde hace años y que, pese a ello, nos hacen reír una y otra vez.
“¿Mi éxito? La humildad, la honestidad, algo que la gente percibe”, nos confesaría en alguna ocasión. Es que Miguel Ángel la tiene clarita, siempre la tuvo, sólo necesitaba atreverse, dar el paso, pegar el salto y anotar.
Sin llegar a ser en extremo regionalista, cualquier magallánico bien nacido se emociona y enorgullece al ver nuestra bandera fuera de nuestra tierra. Lo mismo ocurre con “Centella”, más cuando se sabe de sus inicios, del sacrificio y la perseverancia.
Lo que ocurrió el lunes fue la consagración de “Centella”, pero también una buena lección para valorar a los artistas regionales, los mismos que tras animar las fiestas magallánicas de fin de semana están el lunes “de cuello y corbata” en sus trabajos, y gastando horas y horas ensayando para mostrar su arte a cambio de un aplauso o de una mínima cantidad de dinero.
El triunfo es de “Centella”, pero también de ellos.
Alejandro Salazar