La figura de San Tarsicio, mártir de la Iglesia y patrono de los monaguillos, fue resaltada ayer por el obispo Bernardo Bastres, quien destacó su calidad de servidor del altar y al mismo tiempo su valentía al dar su vida en defensa de la Eucaristía.
Bastres llamó a los acólitos a ser perseverantes en su servicio, incluso cuando en sus familias no los comprendan y los invitó a reflexionar sobre su vocación dentro de la Iglesia.
A los diáconos los instó a ser testigos de Cristo en sus familias y en su misión dentro de la Iglesia.
Después de la homilía, los diáconos permanentes realizaron la renovación de sus promesas de ordenación diaconal. Los acólitos, en tanto, hicieron un compromiso ante el obispo y la comunidad después de la comunión.
San Tarsicio
San Tarsicio es el Patrono de los Monaguillos y de los Niños de Adoración Nocturna, considerado por la Iglesia como Mártir de la Eucaristía. Convertido al cristianismo a mediados del siglo III, fue un joven que colaboraba como acólito de la Iglesia de Roma en las catacumbas. Fue comisionado por el obispo de Roma Sixto II (257-258) para llevar la eucaristía a los cristianos que estaban en la cárcel. En el trayecto, un grupo de jóvenes paganos le preguntó qué guardaba bajo su manto. Tarsicio se negó a decir, por lo que fue atacado con piedras y palos para robarle. El joven prefirió la muerte antes que entregar lo que consideraba como algo sagrado.