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Basquetbolista retirada

Paola Naranjo: una vida ligada a la “naranja”

columnistas
09/12/2018 a las 21:00
Pinguino Web 1
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La historia de esta magallánica, ex seleccionada nacional y actual entrenadora, pasa por una extensa tradición familiar que explica por qué su vida gira en torno al básquetbol. Pasión que busca trasladar a las nuevas generaciones en la zona central del país.

La familia Naranjo es toda una institución si se trata de básquetbol en Punta Arenas. Una herencia familiar que viene de hace años y que hoy día tiene a tres exponentes más que reconocidos localmente: Carlos, ex jugador y actual entrenador de Inacap, que se coronó campeón del básquetbol federado femenino; Claudio, actual jugador de Deportes Valdivia, que se desempeña en el básquetbol de la Liga Nacional; y, por último, Paola, ex seleccionada nacional y actual entrenadora en Leones de Quilpué, en su rama femenina.

Una historia que partió desde pequeña, siendo entrenada por su madre. “Prácticamente vivía en los gimnasios cuando chica”, recuerda. Por lo mismo, le agarró rápidamente el gusto al deporte de la pelota naranja, y empezó a brillar por, sobre todo, su gran altura, que hacía que jugara de pívot en categorías más grandes que la suya.

Su historia como jugadora terminó convirtiéndose en una de entrenadora. Algo que descubrió cuando estaba en plena carrera deportiva, realizando talleres a menores vulnerables, pero que sin embargo no logró trasladar del todo a sus tres hijos. Sobre todo, al mayor, quien actualmente busca abrirse paso en el mundo del hándbol. “Lo importante es que hagan deporte”, relata.

-¿Cómo empezó su historia con el básquetbol?

“Empezó desde chiquitita. Desde que nací. Mis papás eran entrenadores. De hecho, mi mamá fue mi primera entrenadora. Jugué en el club de ella, el Comercial. Yo estudiaba en el María Auxiliadora en esa época. Casi vivía en un gimnasio. Igual hice casi todos los deportes: atletismo, básquetbol y muchos otros. Solo el vóley no me gustó nunca”.

-Sin embargo, siempre brilló más en el básquetbol.

“El básquetbol siempre fue el fuerte mío. Sin embargo, recién me comencé a dar cuenta cuando me empezaron a llamar a las selecciones escolares y de la región. Entrenaba con mis padres y además tenía el biotipo perfecto, así que tenía lógica que destacara más ahí”.

-¿Ahí decidió que era lo suyo?

“Fue súper paulatino, creo que recién me di cuenta cuando me estaban llamando a la Selección Chilena”.

 -¿Cuándo tomó la decisión de ser entrenadora?

“En la universidad. Estudiaba en la Usach, Recursos Humanos. Estaba en eso cuando me llamaron desde la Municipalidad de La Florida, para que trabajara como monitora. Era un taller con niños de escasos recursos, y me encantó. Me entró la parte más social, más sicológica. No era fácil para ninguno de ellos ir, y bueno, así estuve mucho tiempo. Fueron dos o tres años aproximadamente. Una muy linda experiencia”.

 

-¿Y qué pasó después?

“Después de eso me llamaron del Colegio Mixto de Los Andes. Salí campeona nacional escolar y me di cuenta de que era lo mío. Primera vez que las tomaba a esas niñas y sentí que tenía un potencial con eso de ser entrenadora.

Después hice también reemplazo en universidades y me llamaron desde el DUOC. Ahí hice entrenamientos a varones. Gente alta, más vieja, otro nivel. Me pegué el estirón como decía en esa época. Es distinto trabajar con niños a trabajar con hombres. El trato es distinto. Pero me di cuenta de que tenía la personalidad para manejar un grupo de ese tipo”.

 

-La transición de jugadora activa a retirada fue mucho más fácil entonces.

“La transición fue mucho más fácil después de retirarme. En mi casa siempre se habla de básquetbol, así que se dio de manera natural. Actualmente estoy en Los Leones de Quilpué, dirigiendo a todas las divisiones de damas”.

 

-¿Volvería a Punta Arenas?

“No creo que vuelva a Punta Arenas. Acá estoy cerca de todo, de Santiago, de Viña, es mucho más fácil, porque además está mi familia. Mi hermano Carlos es el único que todavía va y viene de Punta Arenas. Viaja cada cierto tiempo, pero su casa está en Santiago. Además, Claudio, mi otro hermano, está activo jugando en Deportes Valdivia”.

 

-¿Cuando chica sintió que tenía otra opción además de jugar básquetbol?

“No teníamos más opción que jugar básquet. Aunque algo cambió, porque tengo tres hijos, y mi hijo mayor no quiere jugar básquet, sino que es bueno en hándbol. Al final, lo importante es que haga algún deporte”.

 

- ¿Es más fácil ser entrenadora o jugadora?

“Se vive distinto, porque se ve fácil verlo de afuera. Yo hago maravillas afuera pensando las jugadas, pero estando adentro es difícil. Además, las niñas de ahora son distintas a las de antes. Son menos “aperradas”, más “minas”. Nosotras éramos más brutas. Pero es más fácil dirigir. Primero tienen que entenderte, a veces entienden hablando y a veces mostrando.

Y yo tengo esa ventaja, que puedo mostrar cómo se hace algo. Tengo la teoría y la práctica. Y, de hecho, yo también voy aprendiendo. El básquet va evolucionando y hay que irse adaptando”.

-¿Le gustaría dirigir equipos profesionales alguna vez?

“Yo hice el curso de la Federación hace bastante tiempo. Hay tres niveles y yo estoy en el intermedio. Eso significa que puedo entrenar en cualquier liga federada. Quiero llegar al tercer nivel, que es el que permite dirigir equipos profesionales, pero no es algo que den todos los años. Es muy difícil saltar del dos al tres, pero es una meta que quiero conseguir”.



@CamiloEncina

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