Era julio de 2002 cuando el entonces embajador de Chile en Francia, Marcelo Schilling, comunicaba que el actor Bastián Bodenhöfer había decidido renunciar a la agregaduría cultural en París, un año y medio después de asumir el cargo durante el gobierno de Ricardo Lagos.
“Puede que la renuncia de Bastián se deba a una insatisfacción de trabajar con recursos limitados, que es la manera en que trabajan todos los agregados culturales de Chile, en todo el mundo, y aquí no es la excepción”, dijo a la prensa el embajador. Pero también habló de motivos personales: que la carrera de su entonces esposa, Aline Kuppenheim, estaba truncada, que no se habían acostumbrado a vivir en un departamento pequeño. El actor lo desmintió. “Las razones personales no tienen nada que ver con los motivos específicos de mi renuncia”, dijo Bodenhöfer. “No pude lograr el siguiente paso para lograr acuerdos culturales oficiales entre los dos países, porque en Chile no existen los homólogos culturales que hay en Francia”.
“Las sugerencias y las ideas que formulamos para la creación de una política cultural hasta el día de hoy no se han aplicado. En todo caso, no hay que desconocer que el trabajo es grande y que Chile, en el exterior, es un país chico. De hecho, en cuanto a la programación cultural, Chile aparece al mismo nivel que un país del tercer mundo”, agregó. También dijo que si pudiera volver atrás el tiempo y recibir nuevamente el llamado que lo invitó a aceptar el cargo, no sabría si decir que sí. Como él, también había protestado ese año por problemas de financiamiento Julio Jung, otro de los 15 agregados culturales que el Gobierno había destinado en distintas embajadas. A casi veinte años de su renuncia, las agregadurías culturales han disminuido de manera drástica: el Presidente Sebastián Piñera nombró en su segundo gobierno solamente a tres, destinados en Argentina, España y Francia. Según la ley, está entre sus facultades la de designar 15 agregados económicos y hasta 33 culturales, laborales, de prensa y científicos. Se trata de puestos codiciados, que recientemente estuvieron en la palestra cuando Fernanda Bachelet fue nombrada agregada comercial en Nueva York con corta experiencia laboral y un alto sueldo que superaba los $10 millones. En el caso de los culturales, la remuneración es un poco menor a la que recibe un subsecretario: un promedio de US$11 mil mensuales. Es decir, más de $7 millones.
Quiénes son los agregados culturales en el extranjero
Para su nombramiento no existen requisitos formales, basta solamente con la voluntad del Presidente de la República, pues se trata de una de sus atribuciones exclusivas. Desde Cancillería explican que las remuneraciones se calculan sobre la base del costo de vida del país al que se destinan. Emol solicitó la información por Transparencia y las diferencias son leves.
En primer lugar está Francia, donde el agregado cultural es Justo Pastor Mellado, con una renta asignada de US$11.641 ($7.643.000). Antes de ser designado a comienzos de enero, el crítico de arte figuraba entre los candidatos para ser nuevo director del Museo Nacional de Bellas Artes. También se desempeñó como director del Parque Cultural Valparaíso.
Con un sueldo un poco menor está Alejandro de la Carrera, que recibe US$11.003 ($7.200.000) y se desempeña también como agregado de prensa. El emblemático periodista de radio Agricultura dejó la emisora tras 40 años para mudarse a Europa. Por último está la agregaduría cultural en Argentina, a cargo de la ex diputada RN Carmen Ibáñez. Apodada como “La Regalona”, la ex parlamentaria y comunicadora social fue embajadora en Grecia durante el primer gobierno de Sebastián Piñera.