Con el típico y arrogante acento español ha aparecido en escena una serie que merece toda nuestra atención. No es la aventura típica o las encrucijadas coordinadas para mantener cautivo al público o un protagonista superhéroe que sólo se dedique a entretener con habilidades sobrehumanas. En esta época en que carecemos de tiempo para meditar y donde los jóvenes actúan más por impulso que por racionalidad; donde el futuro no es importante, sino el goce del presente; donde la falta de compromisos consigo mismo, con la familia, con el medio o con el país es la tónica; donde estudiar para después no tener trabajo es lo cotidiano, buena es la conjunción de historias presentadas en esta serie. Interesante para aquellos que hemos atravesado los espinosos terrenos de la vida, pues podemos mirar atrás y analizar nuestros temores, angustias, errores y aciertos con increíble claridad. Si es bueno para nosotros mucho mejor sería para los hijos que están en la enseñanza media o universidad y que deben formar el futuro mediano de nuestra historia. Mejor aún para los profesores formadores de conciencia propia y social que se quieran comprometer con la vocación final de su servicio. Paso a paso, capítulo a capítulo, de un pensador a otro podemos entender de soledad, de bulling, de carencia de afectos, de altruismos y egocentrismos y es posible identificar en ellos a las distintas realidades de los alumnos o compañeros que hemos tenido, de los amigos y vecinos que nos rodean, de cada uno de los integrantes de nuestras familias o de las personalidades de nuestros compañeros de trabajo. La diversidad inentendible y muchas veces no aceptada nos hace levantar muros de temor y terror que se pueden evitar con un poco de conocimiento de las potencialidades que tenemos y que no nos atrevemos a explorar o explotar. Perdemos el tiempo viendo novelas turcas que nada tienen que ver con nuestra realidad y que fomentan un machismo extremo, cuando podemos hacer algo mejor que ir a las odiosas clases de filosofía con algún maestro aburrido. Mejor es aplicar conceptos que sirven para aceptar, acoger y respetar al que está en frente y que liviana, pero contundentemente nos brinda Merlí, con su personalidad brusca y exuberante, distinto y con una clarividencia que nace de una buena observación del entorno. No se la pierdan.